Habitualmente, esta sección pretende hablar de obras literarias que, con mayor o menor acierto, son llevadas al cine o a la televisión, en formato de serie o miniserie. Hoy, sin embargo, pretendo hablar de una cinta que emerge directamente de un guion, y no de cualquier guion, sino de una auténtica obra de arte (y es que no sin razón fue galardonado con el Oscar a mejor guion original). ¿Por qué entonces voy a hablar de él? Sencillamente, porque esta película es, sin ninguna duda, fuente de inspiración para no pocas personas que alguna vez han deseado oponerse al sendero más transitado, permitiendo así que sus sueños y su amor por el arte, en cualquiera de sus variadas y ricas formas, posean las fuerzas necesarias con las que poder volar. No obstante, no deseo obviar el hecho de que también pretende reconocer el mérito de todos aquellos maestros que, aunque en contadas ocasiones, todos hemos tenido el placer de escuchar, y, por supuesto, de vivir; maestros que han logrado trasladar en todos y cada uno de nosotros parte de su pasión por el saber, por la imaginación y por la inconformidad ante las normas establecidas. Y es que todo cambio arranca con una idea, y con la voluntad —muchas veces demasiado golpeada por los poderes establecidos— de llevarla a cabo.