"Literatura escrita por mujeres" Toti Martínez de Lezea

La Inquisición se creó en el siglo XIII para perseguir las herejías y cayó en desuso tiempo después, aunque sin dejar de existir. Los Reyes Católicos solicitaron al papa su reimplantación, pero con un matiz: sería la Corona quien nombrase a los inquisidores y no la Iglesia. Dicho matiz ponía en manos del Estado una arma poderosa ya que los responsables del Santo Oficio serían personas afines al estamento gubernativo tanto política como judicialmente. Lo que empezó con una caza de herejes, continuó con la de conversos de judío y musulmán, para fijar más tarde su atención en los protestantes y simpatizantes de la reforma luterana. Pero el poder no conoce límites. De la religión se pasó a la moral, siendo perseguidos los blasfemos, bígamos, homosexuales, amancebados, madres solteras, mujeres y hombres acusados de brujería, o cualquiera que se saliese de la ortodoxia impuesta. Después les tocó el turno a los críticos y, de paso, a los exiliados por causas políticas. Las delaciones eran anónimas y falaces muchos de los testimonios; los reos debían demostrar su inocencia y no los tribunales su culpabilidad; la cárcel y la tortura fueron aplicadas de forma sistemática para forzar las confesiones. También se creó el vergonzoso "Índice de Libros Prohibidos"; se controló la imprenta, a los impresores, libreros, escritores y lectores sospechosos de propagar la "falsa verdad", según los inquisidores. Filósofos, teólogos, pensadores, profesores, autores de teatro, narradores y poetas sufrieron el examen riguroso de sus trabajos y de sus personas por parte de individuos que no les llegaban a la suela del zapato. Por citar algunos ejemplos, fueron expurgados escritores españoles de la talla de Cervantes, fray Luis de León, Santa Teresa de Ávila o San Juan de la Cruz, y extranjeros como Ovidio, Dante, Bocaccio, Erasmo y cientos de otros. Lope de Vega no lo fue porque era un "familiar", un colaborador de la siniestra organización. Obras como la propia Biblia fueron prohibidas y otras mutiladas como "La Celestina" o "El Lazarillo de Tormes". No hay nada nuevo bajo el sol. La censura es privilegio del poder; siempre lo ha sido y continuará siéndolo por los siglos de los siglos, amén.

 

. Los Reyes Católicos solicitaron al papa su reimplantación, pero con un matiz: sería la Corona quien nombrase a los inquisidores y no la Iglesia. Dicho matiz ponía en manos del Estado una arma poderosa ya que los responsables del Santo Oficio serían personas afines al estamento gubernativo tanto política como judicialmente. Lo que empezó con una caza de herejes, continuó con la de conversos de judío y musulmán, para fijar más tarde su atención en los protestantes y simpatizantes de la reforma luterana. Pero el poder no conoce límites. De la religión se pasó a la moral, siendo perseguidos los blasfemos, bígamos, homosexuales, amancebados, madres solteras, mujeres y hombres acusados de brujería, o cualquiera que se saliese de la ortodoxia impuesta. Después les tocó el turno a los críticos y, de paso, a los exiliados por causas políticas. Las delaciones eran anónimas y falaces muchos de los testimonios; los reos debían demostrar su inocencia y no los tribunales su culpabilidad; la cárcel y la tortura fueron aplicadas de forma sistemática para forzar las confesiones. También se creó el vergonzoso "Índice de Libros Prohibidos"; se controló la imprenta, a los impresores, libreros, escritores y lectores sospechosos de propagar la "falsa verdad", según los inquisidores. Filósofos, teólogos, pensadores, profesores, autores de teatro, narradores y poetas sufrieron el examen riguroso de sus trabajos y de sus personas por parte de individuos que no les llegaban a la suela del zapato. Por citar algunos ejemplos, fueron expurgados escritores españoles de la talla de Cervantes, fray Luis de León, Santa Teresa de Ávila o San Juan de la Cruz, y extranjeros como Ovidio, Dante, Bocaccio, Erasmo y cientos de otros. Lope de Vega no lo fue porque era un "familiar", un colaborador de la siniestra organización. Obras como la propia Biblia fueron prohibidas y otras mutiladas como "La Celestina" o "El Lazarillo de Tormes". No hay nada nuevo bajo el sol. La censura es privilegio del poder; siempre lo ha sido y continuará siéndolo por los siglos de los siglos, amén.
 -Artículo de Toti Martinez de Lezea- Publicado en "Territorios (El Correo)"

“Literatura escrita por mujeres” por Mariángeles Salas.

Toti Martínez de Lezea (Vitoria-Gasteiz, 1949). Es una novelista española que escribe en castellano y en euskera con interés por el Medievo europeo y, en especial, por la historia y las tradiciones de España.

Estudia cuatro años de francés en Francia, acto seguido viaja a Inglaterra tres años para estudiar inglés, así como alemán en Alemania durante dos años más, para más tarde trabajar como traductora técnica durante un buen número de años.

En 1978, en compañía de su marido, funda el grupo de teatro Kukubiltxo, y en la que participará durante cinco años.

En 1985, comienza su colaboración con Euskal Telebista, la televisión pública vasca, como guionista en una serie infantil de 13 capítulos. Escribirá y dirigirá más de mil programas entre 1986 y 1992 para EITB, y realiza 40 programas de vídeo para el Departamento de Educación del Gobierno vasco entre 1983 y 1984.

En 1986 recopila y escribe Euskal Herriko Leiendak / Leyendas de Euskal Herria. En 1998 publica su primera novela La Calle de la Judería. Le siguen Las Torres de Sancho, La Herbolera, Señor de la Guerra, La Abadesa, Los hijos de Ogaiz, La voz de Lug, La Comunera, El verdugo de Dios, La cadena rota, Los grafitis de mamá, el ensayo Brujas, La brecha, El Jardín de la Oca, Placeres reales, La flor de la argoma, Perlas para un collar, La Universal, Veneno para la Corona, Mareas, Itahisa, Enda, y todos callaron, Tierra de leche y miel, Los grafitis de mamá, Ittun, y Llanto en la tierra baldía (2018). Casi todas sus obras también están escritas en euskera.

En 1992 vuelve a su actividad de traductora e intérprete y comienza una nueva etapa de actividad literaria.

Autora prolífica, ha escrito literatura para jóvenes con títulos como El mensajero del rey, La hija de la Luna, Antxo III Nagusia y Muerte en el priorato.

En el tramo infantil, Nur es su personaje estrella, inspirado en su propia nieta: Nur y el Gnomo Irlandés; Nur y la selva misteriosa; Nur y el templo del Dragón; Nur y la casa embrujada; Nur y el campamento mágico; Nur y la alfombra voladora; Nur y la rosa de los vientos; Nur y la isla de las tortugas; Nur y el libro del tiempo; Nur y la cueva encantada; Nur y el cofre del tesoro; Nur y el baile de los vampiros; Nur y el viaje a Irlanda; Nur y el pájaro arco iris.

Ha publicado además ocho cuentos para contar bajo el título genérico de Érase una vez…

Los libros de Toti Martínez de Lezea se han traducido al alemán, francés y portugués. La autora también escribe letras para canciones, guiones para ballets y vídeos, y participa en aventuras musicales y teatrales de lo más curioso.

En compañía de su marido, ha realizado diversas mascotas gigantes entre ellas las del Diario Vasco de San Sebastián, La Kutxa de Donostia, El Deportivo Alavés, Adidas y otras.

Colabora semanalmente en un programa de Radio Popular de Donostia, evocando momentos de la Historia, y en varios medios de comunicación escritos. Canta en el coro "Gaztelumendi Abesbatza" de Larrabetzu, y da charlas sobre diversos temas en Bibliotecas y Asociaciones culturales.

Vive desde hace 28 años en Larrabetzu, pequeña población vizcaína.

UNETE



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