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Gigante de vuelta / Copa amarela

La selección nacional de México ha montado una campaña con altibajos en la copa oro. Ciertamente, el equipo tricolor vuelve a conquistar un torneo que en varios sentidos le “pertenece”. Las diferentes exhibiciones en cancha denotaron versiones un tanto alteradas de México. A decir verdad, los jugadores mostraron aptitudes y cualidades que desarrollan un juego difícil para los contrincantes.

 

. Ciertamente, el equipo tricolor vuelve a conquistar un torneo que en varios sentidos le “pertenece”. Las diferentes exhibiciones en cancha denotaron versiones un tanto alteradas de México. A decir verdad, los jugadores mostraron aptitudes y cualidades que desarrollan un juego difícil para los contrincantes.
 

Sin embargo, el nivel que se expone puede generar contiendas carentes de fútbol. El discurso que se formula sobre el incremento de juego en la zona de CONCACAF es aceptable, aun así la selección azteca por lo general está obligada a manifestar un escalón de poderío por encima de los demás. A partir de los octavos de final México estaba compuesto de llegadas agradables y un control de balón que diversificaba las oportunidades de gol. A pesar de ello, el equipo nacional sufrió de contundencia en el área chica. Lo cual pudo poner en problemas su propio juego conforme el reloj avanzaba.

 

Además, el tri por momentos gozaba de frialdad técnica que surgió de la cobertura y amplitud aportada por Rodolfo Pizarro. Habría que aplaudir también el estado en el que se encuentra Raul Jimenez.

 

La parte obscura del torneo para México es que no hubo una real amenaza de oponentes. Los trámites de partido se complicaban por momentos contra equipos que no eran colosos temidos. Cualquiera esperaría a que el “Tata” Martino esté consciente de esto y tenga un molde prefabricado de su escuadra. La selección de Estados Unidos puso en aprietos al tri y eso mantiene una tensión de lo que podría avecinarse en otras competencias posibles.

 

El globo de México vuelve a inflarse, el proyecto del Tata pareciera un barco que no pretende hundirse. Harán falta unas cuantas agujas y un oleaje fuerte para que el gigante de la CONCACAF sienta tambaleo. Claro, el modo de trabajo que el Director Técnico planteó es interesante (jugadores que quizás no regresen jamás a selección, nuevos rostros, un ataque venenoso, deficiencias en sector defensivo, etc). Por el momento la ópera está sonando bien y eso alcanza para proyectar un esquema sostenible.

 

México no hizo un torneo facilito, cosa que por costumbre o tradición debería de pasar. El curso del campeonato fue aceptable pero las carencias pudieron verse. Las cosas no están del todo mal, la copa oro es un paso obligado y es agradable empezar con el pie derecho.

 

Copa amarela

 

La copa América verdaderamente fue un futbol diverso en sus facetas. Lo que Argentina expuso lo ubica en una posición respetuosa. Si bien es cierto que la albiceleste no llega a la final, su desempeño en el campo es idóneo para el tamaño de sus jugadores. En lo personal, la presencia de Dybala o Di María no hubiera sido magistral en los encuentros. Los jugadores que eligió el técnico colaboraron con un nivel concreto. De Messi no se tendría que decir nada, es uno de los dos mejores jugadores del mundo y su trabajo con selección es el suficiente en cualquier escenario.

 

Chile fue vapuleado por un Perú que había tenido una noche fantástica y eso lo llevo a decir adiós a la copa. La roja no tuvo gol y cuando se hace tal afirmación es completamente verdad. Ningún jugador pudo clavar la pelota en la red y eso dejo ahogados a los chilenos.

 

El subcampeón Perú deja un gran sabor de boca. Su esencia pudo concluir en un campeonato que deja sudor, sacrificio y momentos de lucidez. Este equipo hace rememorar al Costa Rica de 2014, no en todo su esplendor, pero más o menos la cosa va por ese camino. El clímax para la escuadra inca fue contra Chile y conformó la fiesta correspondiente.

 

Brasil, el equipo con más dotes en el torneo. La llamada corrupción de la que se habla no existe hasta el momento. Solamente es producto de decisiones arbitrales interpretadas por aficionados que adoptaron el estado anímico de Perú. Si se comienza a debatir sobre las jugadas dudosas entonces habrá contradicciones que poco aportarán. El arbitraje queda a deber, pero eso no debería manchar el gran trabajo que la scratch do ouro formó.

 

La canarinha hace sonar una orquesta en todo el campo. Dani Alves es quien dirige dicho concierto y en realidad lo hace de una manera espectacular. En verdad hizo falta un Perú que recobrará la memoria del partido con Chile, eso hubiera puesto un partido más interesante. Los brasileños ramifican la repartición de juego sin prisa, no prestan de ninguna manera la esférica y eso habla de un desarrollo agradable.

UNETE



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