. La cuerda se tensa al máximo al encontrar su casa ocupada y sin posibilidad de protestar (apoteósico el personaje okupa de la mariscala). Su vecina, Aurora Peralta a la que llaman «la hija de la española», también ha muerto y podría tener literalmente el pasaporte de la huida.
Vaya novelón. No solo por el escenario, interesanteal máximo, sino por la pericia y oficio que maneja Karina Sainz Borgo en la que es su primera novela. Está plagada de maravillosas alegorías donde la simbología del poder, el totalitarismo, el caos y la culpa del superviviente llenan una obra que me ha dejado fascinada.
Miedo me daba acercarme a ella porque era otra de esas apuestas literarias que no dejaba de recibir elogios grandiosos. Esta vez no han exagerado. Leo que fue vendida a veintidós países nada más ser contratada por la editorial Lumen y no me extraña. Toda una joya. Es una excelente descripción de una catarsis personal y social con Venezuela de fondo, una tragedia en la que no haría falta dicho país como escenario: valdría cualquiera que ha tropezado en esa piedra y tantos otros que lo harán. Por desgracia. Esta historia sería una buena enseñanza para tantos locos que nos gobiernan escondidos en las tentaciones del poder sin mirar de forma individual a los ojos de sus gobernados. Por cobardes y avaros. “La hija de la española” suena a terapia personal. La autora nació y se marchó de ese país. Imposible ocultar la huella del amor/odio en lleva en cada una de sus letras. Sin embargo, no flaquea la eficiencia narrativa de la que hace gala. Algo bastante difícil cuando se nota el corazón en las líneas, por mucho que estemos leyendo ficción. Narra con seguridad. Sin esquivar la dureza y a la vez con extrema sensibilidad en numerosos pasajes de la novela. Espectacular uno de los protagonizados –tendréis que leerla. No puedo adelantar más– por la Adelaida que no sabe de su capacidad de resolución hasta que aparece la situación límite. La del ahora o nunca y con la que después te preguntas ojiplática: «Pero, ¿yo he hecho esto?». Me encantan este tipo de despieces de la psicología humana demostrativos de los resortes tan alucinantes que habitan dormidos en la mente, hasta que la vida la pone a prueba. La autora te destroza con frases bellísimas y una elegancia que deleita. Encontraréis muchas de ellas destacadas en otras reseñas.He estado tentada de hacerlo, pero desistí. La selección es complicada. Cuando me disponía a recapitular algunas, me quedaba la sensación de haber cercenado el conjunto en el que se desenvuelve. Y es que Karina Sainz Borgo eshabilidosa en la melodía narrativa. Sabe qué hacer para mantener de forma continuada el interés. Cuando duelen los ojos pero no quieres cerrar el libro, es que algo bueno está pasando con él. Eso es lo que sucede con esta novela. Que engancha por contenido y calidad narrativa. Bravo por Karina Sainz Borgo. Aunque haya tenido toda la suerte del mundo –con trabajo, claro– se teme el segundo escalón y todas las historias que lleguen tras “La hija de la española”. La primera ha puesto el listo tan alto que da escalofríos. Pero –es una intuición– creo que esta autora no tiene miedo a nada por mucho que se estrene en novela. Por cierto, que portada tan hermosa…