Desde que el
músico/a empieza a dar sus primeros pasos en la música comienza a toparse con la
desvalorización de su formación y su trabajo.
En los detalles más notorios y en los más
mínimos se observa una gran lista de cuestiones que llevan al músico/a hacía un
gran desgaste físico, mental y económico.
Desde el momento en
que dos o más músicos se juntan, ya sea a crear una obra, a preparar una
presentación, a grabar o a ensayar, ya se están generando gastos más que
importantes para los mismos.
Un estudio de
grabación profesional promedio no maneja tarifas por debajo de los trescientos
pesos por hora. Una sala de ensayos promedio posee tarifas de doscientos pesos
la hora. Y como única alternativa surge el ensayo en casas de familia sin
tratamiento aislante ni acústico, que además, requiere de equipamiento de gran
costo y su utilización se ve reflejada en
facturas de luz.
Una banda, un
solista o cualquiera de las formaciones posibles no ensaya menos de dos veces
por semana, esto se intensifica cuando se aproxima la fecha de una
presentación.
El mantenimiento de
los instrumentos tampoco es algo que pasa desapercibido.
Por dar un ejemplo,
un encordado “económico” para una guitarra cuesta entre los quinientos y los
setecientos pesos. Éste tiene una vida útil de cuatro ensayos aproximadamente y
cuando se trata de grabación debe remplazarse en cada sesión. Si hablamos de
otros instrumentos los montos se incrementan bastante.
La movilidad hacia
los ensayos, la movilidad hacia el estudio, hacia la reunión con la
organización del evento e incluso hasta
el lugar de la presentación, forma parte de la mochila de gastos que se carga
el músico/a para poder realizar su trabajo.
Los lugares
disponibles para presentaciones musicales ocupan el primer puesto de todas las
adversidades que sufre el músico/a, la creatividad, la cultura y la divulgación
de ella.
Los bares, los pub,
resto, etc. Incluso algunos teatros, no solo no le pagan al músico/a por su
trabajo sino que además le cargan la
venta de entradas, la rendición de porcentaje de venta de esas entradas o la
totalidad del mismo. Sumando el pago del sistema de sonido y el personal
encargado de éste, así como lo que el músico/a o banda consume, ya sea comida o
bebida. En algunas ocasiones suelen “regalarles”
una piza y una bebida, para una banda de cinco o seis integrantes. En algunos
casos el músico/a es también el encargado del
pago de impuestos entorno a la presentación.
El músico/a o banda
el día de la presentación se encarga de la movilidad de los equipos e
instrumentos. Llega al lugar aproximadamente tres horas antes de la
presentación y se retira una o dos horas después de que esta finalice.
El trato que recibe
el músico de parte del lugar en el que se
realiza la presentación muchas veces es aberrante e inhumano, cuando de no ser
por la gente que moviliza el músico/a o banda dicho lugar estaría vacio.
Ninguno de los
lugares disponibles para presentaciones musicales cuenta con público o clientes
vitalicios o regulares.
Los costos de las bebidas y de las minutas se incrementan los días de las presentaciones
musicales, haciendo más difícil que el público movilizado por el músico/a o
banda pueda acceder al espectáculo sin
gastar demasiado.
La mayoría de los
lugares que reciben a turistas venden música en vivo como si fuese uno de sus
productos.
El único productor
en este circo es el músico/a. Incluso más de una vez es quien se encarga de
publicitar los eventos.
Si el músico/a o
banda decide trabajar por fuera del ambiente bolichero se topa con cuestiones que
desvanecen todo tipo de voluntades.
Para realizar una
presentación en un club, por ejemplo, tiene que tener personal que se encargue
de la entrada, del montaje y la ambientación, del sonido, la iluminación y principalmente
de la seguridad. Claro está que el músico/a o banda no puede estar en todas partes
al mismo tiempo. Obviamente, también se carga al hombro el pago de impuestos.
El músico/a no
puede contar con la cantidad de personal necesaria sin antes realizar muchas presentaciones.
Todo esto suele
terminar en frustración o en la búsqueda del “triunfo” a cualquier precio, la
emigración hacia productoras discográficas capitalistas que se encargan de
todas las cuestiones mencionadas y ponen al músico a trabajar de músico o
productor pero con adversidades de igual magnitud que las mencionadas
anteriormente. Contratos esclavistas que
terminan desbastando la integridad física y mental del músico/a, muchas veces obligando lo
a estar a la altura de las demandas del mercado y su marketing.
El músico/a dedica
gran parte de su tiempo a perfeccionarse. Al igual que un médico, el perfeccionamiento,
es una de las actividades que realiza durante toda su carrera.
La pregunta que
surge es: ¿Por qué el músico/a se presta a todo esto?
La respuesta es
simple… Porque estudio, se formo, se preparo, se perfeccionó y quiere tocar, quiere
hacer música, quiere trabajar de lo que sabe hacer. Está necesidad muchas veces
se posiciona por encima de cualquier otra.