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Dos perspectivas, una conclusión

Dos amigos se encuentran en un bar solitario ubicado en Alicante. El güisqui en las rocas acompaña la platica amena mientras un guitarrista hace su trabajo desgarrando el instrumento en una esquina. Romanza deleita el oído de los clientes y el mesero reparte ron en la otra mesa alejada del par de colegas.

 

. El güisqui en las rocas acompaña la platica amena mientras un guitarrista hace su trabajo desgarrando el instrumento en una esquina. Romanza deleita el oído de los clientes y el mesero reparte ron en la otra mesa alejada del par de colegas.
Maurice identifica el orden de las notas musicales, es así como decide expresar lo siguiente:

- Hace mucho no escuchaba esa melodía, creo que la ultima vez fue cuando tuve a Marian        viéndome a los ojos en un restaurante lujoso de España.

- Eso sí que es novedad…

- ¿Qué haya ido a un restaurante lujoso? Lo sé.

- No, Maurice. Que menciones ese tipo de relatos. La mayoría del tiempo nunca te sientes   cómodo con esas cosas del recuerdo.

- Es verdad, quizás deba reducir la cantidad de sorbos que le he dado a este estúpido vaso ¡Mesero, dame otro igual!

- Marian fue una verdadera compañera para ti. Jamás te había visto tan sonriente. Incluso me atrevo a decir que parecías tener alma cuando esa cara rancia evidenciaba una alegría implícita.

- Por favor, Alfred. Ya ha sido suficiente, solo fue un comentario sobre la canción.

- El amor es así, amigo mío. Vienen cosas mejores para ti o para cualquiera.

- Tu necedad de hablar de cosas predestinadas es tan irrelevante para mi o para cualquiera.

- ¿Es que acaso no te das cuenta del daño que te haz hecho tu solo? Mencionas cosas como que el amor es una falacia entera, pero eso mismo te ha destruido estos últimos años.

- Pues sí, quién me ha destruido recientemente he sido yo mismo. Además, de la misma forma en que yo levanto este vaso de vidrio, mi mente manda un impulso ciego para disfrutar del hermoso sabor amargo, así es como nace el amor. Es una fuerza extraña que me empuja a querer deleitarme con la sonrisa o pensamiento de una bella dama. Es una eterna dependencia social y psicológica que ni el propio ser humano entiende.

- ¿Solo eso? ¿Estás seguro? Si es así, ¿Por qué no acudes a un psicólogo y alivianas esa dependencia? Es sencillo y rápido.

- No es tan fácil…

- Acabas de decir las palabras mágicas. El amor no es un cumulo de elementos psicosociales, Maurice. Es eso que mata y revive. Moldea y destruye. Arropa y maltrata.

- Lo dices como si fuera un ente omnipotente.

- ¿Que se apodera del cuerpo de dos individuos por instantes? Así es.

- Pues entonces necesito que se retire del mío porque ya no hay alguien más al que le pueda corresponder ese ente.

- Escucha, Marian mantuvo un ambiente de sintonía que daba paz y seguridad a los dos, pero ahora eres tú nada más. Debes aprender a controlar tu escabrosa mente.

- Nunca la quise perder. Era la historia perfecta, amigo mío. Nuestros ojos entrelazaban redes invisibles que fluían con gran fervor cada maldita mañana. Ahora ya solo me levanto de la cama con la ilusión de encontrarla en el baño mirándose al espejo. Ya nada es igual. Ayer, al igual que la mayoría de los días solo quedo yo y mi ridícula cara que muestra cansancio con desesperación. Me quiero ir a la nada, no quiero tener consciencia.

- ¿Por qué no haces las pases contigo mismo? Hablas de ti como si hubieses sido el mismísimo ladrón que le arrebató la vida. No hables desde la culpa, Marian hubiera querido otro camino para ti. Ella te recordaba que eras de carne y hueso.

- ¿Hacer las pases? ¿Y luego que, Alfred? ¿Volver a empezar para inmiscuirme en el estúpido circulo vicioso de la naturaleza humana? Ese comportamiento tan lineal, lleno de necesidad y ego, es terriblemente simple. ¿Nunca te surgió la duda del por qué hacemos eso?

- Marian hubiera…

- ¡Basta de hablar sobre ella! ¡Marian se fue y yo he tomado mi propia decisión!

- ¿En serio me has hablado de ego y simplicidad cuando te comportas así?

- Déjame solo. Yo pago la cuenta, Alfred…

Alfred se levanta de la mesa, recoge su abrigo del perchero y toma el último trago que ha quedado en su vaso. Mira a Maurice y termina por comentar lo siguiente:

- Es verdad, es tan fácil entender al amor como algo que amarra a dos personas psicosocialmente. Sin embargo, ese vacío que tienes no es tan simple, Maurice. El amor tiene sus jugadas y puede hacerse lo mas complejo posible a medida que tu pienses apartarte de él. Si nuestra existencia no tiene relevancia alguna, entonces atrévete a probar el miedo, la angustia, la crisis, la felicidad, la locura, la seguridad, en pocas palabras atrévete a probar una vez más el amor.

Pintura:

Manet, E. (1882). Bar de Folies Bergere [pintura] Londres, Courtald Institute. Recuperado de: https://temasycomentariosartepaeg.blogspot.com/p/blog-page_781.html

UNETE



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