. De fondo, un sonido distorsionado de altavoz que lanza gritos con voz masculina: "Fire, fire, fire! In the name of Jesus! Holy Ghost!” […] La voz es la de un pastor que está practicando una delivrance (liberación) para liberar a varias mujeres de los malos espíritus que les están provocando problemas económicos y de salud" [1]
El abstracto anterior nos permite acercarnos a una de las ceremonias típicas del movimiento religioso denominado neo-pentecostalismo, el cual se ha convertido en una de las fuerzas populares que ha impulsado la carrera política de Jair Bolsonaro (presidente electo de Brasil). Para este grupo religioso, “la riqueza es señal de la presencia de Dios”[1], por lo que un político que promete abrir el amazonia a la minería y otras actividades económicas, se ha vuelto una figura atractiva para el sector popular y precario de Brasil, que ante su deseo de pertenecer a una clase alta, colocan sus expectativas en un individuo que habla de ‘desarrollo y abundancia’ con discursos construidos desde una retórica neoliberal y religiosa.La visión del mundo de los neopentecostales puede leerse como un neoliberalismo religioso que entiende, a la religión “como espectáculo desacralizado, con un enfoque de contenidos más propio de un show televisivo que de una reunión espiritual. Es el reflejo de los códigos que rigen una sociedad de consumo, con mensajes simples de fácil digestión, autocomplacencia y soluciones sencillas a los problemas complejos”[2], una desmagificación del mundo que ya advertía Walter Benjamin. Aunado a lo anterior, las megaiglesias son vistas como negocios guiados por pastores que “predican el emprendedurismo, el espíritu gerencial y el pensamiento positivo”[2], elementos propios de la ideología capitalista contemporánea y que en otros estratos de la sociedad se aprecia con fenómenos como el coaching empresarial. Tanto el coach como los pastores neopentecostales cultivan un “narcisismo militante” y le brindan a las personas, aunque sea momentáneamente, “la confianza en que podrán bajar de peso, derrotar una adicción, obtener un ascenso, aplicar exitosamente a un trabajo”[2], etcétera. La ideología es aquí, siguiendo al filósofo esloveno Slavoj Žižek, una ideología ‘en y para sí’, en cuanto que “entra en funcionamiento en las prácticas sociales”[3]. Si la ideología ‘en sí’ es “en tanto que conjunto de ideas; la ideología para sí, en su materialidad (aparatos ideológicos del Estado)”[3]; la ideología ‘en y para sí’ es vista en la cotidianidad de lo social, en las practicas y relaciones sociales en la que las personas interactúan, por lo que “es condición de posibilidad de la identidad, en tanto que el sujeto se inserta en estructuras simbólicas que regulan sus prácticas y representaciones”[3], en este caso, el emprendedurismo y demás marcos de sentido, que tienen como horizonte conceptual las expectativas capitalistas venidas de la ideología ‘en sí’.“Dios quiere bendecirte, quiere que prospere tu alma, tu cuerpo, tu economía. Es su deseo. ¡Así que déjate bendecir por tu Padre! La voluntad de Dios es que prospere tu alma, tu cuerpo, tu economía. Una de las cosas que debes aprender es que ser próspero no es tanto tu deseo, sino el deseo de tu Padre" [2]La precarización laboral y demás inseguridades sociales que sufren los pertenecientes a este movimiento religioso, son atribuidas ya no solamente a las estructuras económicas globales y locales, sino a no seguir las reglas de dios. Para los neopentecostales, “oponerse a la propia prosperidad y ascenso social es oponerse a la voluntad divina […]. Los bajos salarios, el desempleo y el maltrato laboral no son más que excusas que urde el demonio”[2]. Así, siguiendo los mandatos divinos, y evitando además una supuesta perversidad del mundo actual, consideran que lograrán mejorar su condición social. Esto se debe a que “la religión formula las condiciones de la inseguridad. Interpreta sucesos y posibilidades de manera que correlaciona estas interpretaciones con las orientaciones de sentido de la gente. En esta medida hace posible un incremento de la inseguridad aceptable”[4]. Habría que agregar que esta fuerza religiosa tiene la óptica de que la estabilidad familiar tradicional es el motor moral y económico de una nación, de nuevo la ideología capitalista como una ideología ‘en y para sí’ toma lugar, dicho de forma más hortera, el “sentido común” formulado desde las expectativas morales y económicas de la clase popular y precaria de Brasil. Aquí, la formula ideológica ‘en sí’ del capitalismo es: Familia-Trabajo-Producción. En este sentido, Bolsonaro encaja con estos discursos de autoritarismo moral y expectativas de riqueza nacional."...según la Biblia, si usted ha sido menospreciado, le han hecho un gran favor: le han puesto a usted en la lista de personas que ahora son candidatas a ser usadas por Dios. Cada vez que lo menosprecien, agradézcale. ¿Por qué? Porque ahora usted puede ser usado por Dios. Diga: Dios me va a usar a mí poderosamente. Yo soy guerrero, valiente. Así que, por favor, menosprécienme más. Dios va a usar a tu familia. Van a tener dinero. Van a tener posición" [2].Religión, la cual funge como respuesta a las inseguridades y frustraciones contemporáneas; capitalismo, en su versión neoliberal, como promesa de desarrollo social, a pesar que es su propia dinámica la creadora de muchas de las desigualdades sociales contemporáneas y que “desplaza todo el deseo hacia el gran miedo de la carencia”[5]; conservadurismo, como una lógica que apela a un pasado presuntamente mejor, y que busca reavivar ciertos valores “tradicionales” que se piensa que debido a su pérdida ha llevado al mundo a un desorden social, son ejes que han posicionado a Bolsonaro como una figura política deseada.Observar la relación entre la religiosidad, ideología capitalista y una figura como Bolsonaro es importante para comprender nuestros escenarios políticos actuales, sin embargo, este escrito tampoco quiere inferir que sólo son estos fenómenos los que le han dado fuerza al político brasileño, a este análisis también deben integrarse la fragmentación de la izquierda contemporánea, su desapego a la clase obrera y su carencia de un proyecto unificado, así como el fenómeno de redes sociales que ha tenido un papel relevante en la elección de Brasil, y finalmente la propia crisis financiera del país, siendo temas no explorados en el artículo y que deben tomarse a consideración para ampliar el análisis.BIBLIOGRAFÍA:[1] Torrescalles, A. (21 de 12 de 2016). Neopentecostalismo africano: la fe de la prosperidad. Obtenido de El país: https://elpais.com/elpais/2016/12/04/africa_no_es_un_pais/1480839293_745034.html[2] Rocha, J. (02 de 11 de 2012). Los neopentecostales: las megaiglesias del capitalismo sagrado. Obtenido de Viento sur: https://vientosur.info/spip.php?article7344&fbclid=IwAR2MlTsR40IuP7v3BumRVP12KwAjrstU9rjr5nro1Tp6fsW-Bcqigt3lsPI[3] García, G., & Aguila, C. (noviembre de 2017). Facultad de Estudios Superiores Iztacala (UNAM). Obtenido de: Revista “Poliéticas”, Psicoanálisis y política: la teoría de la ideología de Slavoj Žižek: http://www.iztacala.unam.mx/errancia/v16/PDFS_1/POLIETICAS%202%20PSICOANaLISIS%20Y%20POLiTICA%20version%20papel.pdf[4] Luhmann, Niklas. 2009, Sociología de la religión. México: Herder.[5] Anna Giardini et al. 2018, Gilles Deleuze-Félix Guattari. El esquizoanálisis y el Anti-Edipo. Barcelona: Salvat