La
vida –como decía mi profesor de Filosofía– es el camino que nos lleva a la muerte,
pero en ese hay camino nos encontramos con varios seres insidiosos: seres que poseen
una apariencia de cordero degollado pero que, verdaderamente, en sus interiores
corren fuentes de sangre deletérea, podrida y dañina.
No
es necesario hacer un repaso por la historia para ver que las creencias o
ideologías han cobrado un papel importante en la vida del ser humano, por mucho
que la gente se empeñe en tapar el sol con un dedo. Sin embargo, en la
actualidad, el número de personas que presentan una creencia consolidada o que
directamente afirman creer en un supuesto determinado dios es abismalmente
inferior al de épocas pasadas: uno de cada
cuatro españoles niega ser creyente y, también, más del 50% de los jóvenes menores de 25 años afirman su ateísmo o
agnosticismo, según informa el periodista
digital a través del informe ‘Laicismo en cifras 2017’.
Asimismo,
España es un estado aconfesional, es decir, que no hay obligación de pertenecer
a una determinada religión o creencia de manera oficial. Ahora bien, la libertad religiosa crea un
gran inconveniente en tanto en cuanto la gente agnóstica y atea opina
libremente sin tener en cuenta lo que para otros pueda significar o dañar. Pero
si eres creyente, oye, es tu problema, apechuga con el asunto. Tampoco hay que
olvidar a los que están constantemente regalando perlas: “Me cago en…”,
expresión tan asentada y fosilizada en la jerga juvenil, y no tan juvenil, que
parece ser tan normal como que me puede ver un paisano caminando por la calle y
saludarme tal que así: “Ey, Jose, ¿qué tal? ¡Me cago en…!, ¡cuánto tiempo hace
que no te veo!”. Pero, ¡atención!, están realizando una mala praxis de lo que
significa la idea de libertad de
expresión; la libertad de expresión no significa la falta de vergüenza y de
respeto. “Expreso y opino lo que quiero, cómo quiero y cuándo quiero”: ¡nanay!
Nadie puede estar de acuerdo con todo lo que haces o defiendes, pero sí todo el
mundo debe respetar por lo que tú abogas: sí o sí.
Tal
expresión desagradable tiene un porqué: desgraciadamente, la iglesia, como
institución religiosa, se ha visto envuelta en “las situaciones más polémicas”
y la gente relaciona indirectamente determinadas creencias con periodos
históricos desagradables. Una de las razones por las que la iglesia católica,
por ejemplo, es tan rechazada es debido a su alta anuencia, vinculación y
participación con el franquismo durante la Guerra Civil y durante la dictadura
de Francisco Franco. Esta será la causa primera.
Sin
embargo, algunas instituciones religiosas o iglesias, independientemente de la denominación,–católica,
evangélica, judía, musulmana…– más que
representar un templo metafórico de la divinidad en la tierra, son la
personificación de malas obras como la pederastia, el adulterio, la usurpación,
la falsificación documental, la estafa, la corrupción, la mentira, el engaño,
los sobornos… Todas estas “malas obras”, me dirijo a aquellos que os hacéis ser
llamados «cristianos» o «creyentes», como
comprenderéis, restan vuestra credibilidad. Cuando los cristianos entiendan, me
refiero a los evangélicos en este caso en concreto, ya que es la creencia en la
que yo creo, que el testimonio se demuestra tanto en casa como fuera de ella,
la gente quizá empiece a interesarse por lo que uno defiende. De no ser así, lo
único que provocáis es rechazo y quizá, en más de uno, el padecimiento de una
hiperémesis por la mitomanía y la
falsedad que seguís.
Todo
lo que se trabaja de corazón y con sinceridad adquiere triunfo por sí solo. Es
necesaria una humildad y una autocrítica para saber qué está funcionando
deficientemente. No es necesario ser un doctor o tener una licenciatura en una
carrera, aunque muchos así lo crean, para llevar a cabo una mejora en la
iglesia, sino que con testimonio, con ejemplo y sirviendo como ayuda para
aquellas personas que verdaderamente lo necesitan es más que suficiente.
Inanemente,
muchos siervos de Dios en las iglesias se preocupan más por traer un mensaje de
la Palabra descargado de internet y a partir de esa predicación ser encomiado
por los distintos miembros que la integran que por la verdadera consagración que
representan como ministerios, que deja mucho que desear...
Como
dice la Biblia en Proverbios,
capítulo octavo y versículo decimotercero: El temor de Jehová es aborrecer el mal// La
soberbia y la arrogancia, el mal camino//Y la boca perversa aborrezco.
Así que más humildad y más ejemplo, hermanos,
y menos gasto en oropel.
,
Tu siempre escribiendo con la vehemencia que te caracteriza jajaj
Estoy de acuerdo con algunos temas que tratas pero hay otros que no estan bien proyectados en mi opinion y depende de muchisimas cosas
Un saludo Jose
Dani