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Era la primera vez que viajaba sola, pero no estaba asustada; por el contrario, me parecía una aventura agradable y excitante aquella profunda libertad en la noche. La sangre, después del viaje largo y cansado, me empezaba a circular en las piernas entumecidas y con una sonrisa de asombro miraba la gran Estación de Francia y los grupos que estaban esperando el expreso y los que llegábamos con tres horas de retraso.
El olor especial, el gran rumor de la gente, las luces siempre tristes, tenían para mí un gran encanto, ya que envolvía todas mis impresiones en la maravilla de haber llegado por fin a una ciudad grande, adorada en mis sueños por desconocida.Empecé a seguir –una gota entre la corriente- el rumbo de la masa humana que, cargada de maletas, se volcaba en la salida. Mi equipaje era un maletón muy pesado -porque estaba casi lleno de libros- y lo llevaba yo misma con toda la fuerza de mi juventud y de mi ansiosa expectación.Un aire marino, pesado y fresco, entró en mis pulmones con la primera sensación confusa de la ciudad: una masa de casas dormidas, de establecimientos cerrados, de faroles como centinelas borrachos de soledad. Una respiración grande, dificultosa, venía con el cuchicheo de la madrugada.(Nada – 1945)Carmen Laforet Díaz (Barcelona, 1921 – Madrid, 2004). Hija de un arquitecto barcelonés y una profesora toledana. Cuando tenía dos años de edad, su familia se trasladó a vivir a la isla de Gran Canaria por motivos laborales por parte del padre, que trabajaba como profesor de la escuela de Peritaje Industrial. Allí transcurrieron su infancia y su adolescencia. Al fallecer su madre, su padre se volvió a casar y Carmen nunca llegó a tener buena relación con su madrastra.A los 18 años, justo al acabar la guerra civil española, volvió a Barcelona a casa de sus abuelos, que vivían en la misma calle Aribau donde ella había nacido, y allí empezó a estudiar la carrera de Filosofía y Letras. Tres años más tarde se trasladó a Madrid donde conocería al periodista y crítico literario Manuel Cerezales, quien la animó para que prosiguiera con sus recién iniciados pinitos literarios. En unos meses escribiría Nada que, aunque no es una novela estrictamente autobiográfica, es el fruto de sus experiencias en esos años.Cuando escribió Nada, que obtuvo el primer Premio Nadal, tenía 22 años y el éxito que obtuvo en plena juventud marcó su carrera de escritora. Fue considerada la mejor novela española contemporánea y el libro más vendido del momento. Recibió también el Premio Fastenrath, de la Real Academia de la Lengua Española en 1948, y el conjunto de elogios que incluía artículos firmados por Juan Ramón Jiménez (de un poema suyo salían el título y la cita inicial de la obra), Ramón Sender, Azorín, y críticos como Melchor Fernández Almagro, José María de Cossío o Pedro Laín Entralgo demuestran el impacto que dentro y fuera de nuestras fronteras tuvo la publicación de un libro que revolucionó el panorama literario de la posguerra española.Carmen Laforet se casó en 1946 con el periodista y crítico literario Manuel Cerezales con el que tuvo cinco hijos. El matrimonio se separó en 1970.Si bien es cierto que la escritora se retiró voluntariamente del mundo literario de la época, de sus envidias, enemistades y rencillas, y que se la puede considerar una escritora poco prolífica, publicó otras excelentes novelas.En 1952 apareció La isla y los demonios, que tiene como protagonista a una adolescente, Marta Camino, basándose en su propia experiencia juvenil en Las Palmas de Gran Canaria. La mujer nueva (1955) que ganó el Premio Menorca de Novela de 1955 y el Premio Nacional de Literatura de 1956, narra la aventura espiritual de la protagonista y su conversión al catolicismo. En 1963 publicó La insolación. Esta última novela formaba parte de una trilogía Tres pasos fuera del tiempo que no llegó a completarse. El segundo tomo Al volver la esquina, que ella no se había decidido a publicar, se editó póstumamente en el año 2004. Escribió además, siete novelas cortas, veintidós cuentos, destacan La llamada (1954) y La niña y otros relatos (1970), narraciones de viaje e innumerables artículos para periódicos y revistas.En 2003 se publicó Puedo contar contigo, que contiene la relación epistolar entre Carmen Laforet y el escritor Ramón J. Sender, un total de 76 cartas en las que la escritora le cuenta sobre su vida familiar, los hijos, sus dificultades de ser y escribir como mujer, la inseguridad frente a su obra de la que se muestra muy crítica.Su paulatino distanciamiento de la vida pública se aceleró debido a una enfermedad degenerativa que afectaba a la memoria y que la dejo sin habla en los últimos años de su vida.Actualmente Nada está considerado como un clásico, se reedita de manera continua, es estudiada en los departamentos de español de todo el mundo, ha sido traducida a numerosos países y le ha asegurado a Carmen Laforet un puesto de honor en la historia de la narrativa española.Carmen Laforet murió en Madrid el 28 de febrero de 2004.En 2011 se le concedió, a título póstumo, el premio Can de Plata de Gran Canaria, en la modalidad de las Artes, que concede el Cabildo Insular de Gran Canaria. En 2014 el Instituto Cervantes de Nueva York rindió homenaje a la autora en una de sus actividades culturales para conmemorar los setenta años desde la publicación de su obra Nada.