., 23 de julio de 2012) fue una editora, escritora y ensayista. Estudió en el Colegio Alemán de Barcelona y posteriormente Filosofía y Letras, especialidad de Historia, en las universidades de Barcelona y Madrid. Durante unos años impartió clases de Literatura en una academia hasta hacerse cargo del negocio familiar, Editorial Lumen, que dirigió durante cuarenta años.
Su padre, Magí, compraría en 1960 la editorial religiosa fundada en Burgos 20 años atrás para su hija, de siempre una niña difícil, hechizada por el teatro pero poco sociable, angustiada y triste, como se autorretrató; pero que con 23 años y licenciada en Filosofía y Letras aceptó el reto: “No tenía vocación de editora pero me gustó enseguida”.
La biblioteca familiar de casa haría las veces de despacho donde, con su hermano Óscar, empezaría a construir una editorial que arrancó encargando narraciones infantiles a autores consagrados en magníficas ediciones, quizá porque tenía en la cabeza la gran colección de libro infantil del XIX que atesoraba. Como Ana María Matute había acabado de ganar el Premio Nadal, ella fue la primera y el suyo el primer libro que publicó bajo su mandato: El saltamontes verde.Inmediatamente vendrían colecciones como Palabra e Imagen, combinación de textos y fotos que le proporcionaron su primer best-seller, Izas, rabizas y colipoterras, con textos de Camilo José Cela e imágenes de Joan Colom sobre el barrio chino de Barcelona. Para la literatura de creación destinó Palabra en el tiempo, a la que puso al frente a un antiguo profesor suyo, Antonio Vilanova. Así fueron apareciendo Beckett, Styron, Woolf, Joyce, Céline…, siempre autores de calidad (algunos nunca antes editados en España, como Susan Sontag) y que en el caso español a veces eran descubrimiento personal, como ocurrió con Gustavo Martín Garzo, que pasó de publicar en un sello local a ganar el Premio Nacional de Literatura con El lenguaje de las fuentes.En otros casos, y consecuencia de su generosidad, sus descubrimientos fueron para otros, como cuando animó a Álvaro Pombo a presentarse al primer premio Herralde de novela, de la que ella fue jurado. También creó una excepcional colección de poesía nada rentable en aquella época, así como, con los años, la ya emblemática Femenino Singular, colección sólo para mujeres escritoras. “Podría decir Joyce o Woolf, pero hoy estoy orgullosa de haber editado a Bassani”, sorprendía a quien le preguntaba por ello la que la superagente Carmen Balcells bautizó como “la gran dama de la edición”.La apuesta por la calidad no fue barata: Lumen perdió dinero los siete primeros años de su mandato. Necesitó de un segundo éxito como las tiras de una niña díscola argentina, Mafalda, de Quino. A ella le gustaba mucho y empezó gestiones para incorporarlo a su catálogo, pero los derechos pertenecían a Carlos Barral, que vía su esposa, Yvonne, se los cedió. Hizo exactamente lo mismo con un semiólogo italiano, Umberto Eco. “Si Barral se hubiera quedado con Quino y Eco, de otro manera le hubieran ido las cosas”, reconocía ella misma.Eco simboliza el tipo de relaciones que mantuvo con sus escritores, basadas en una fuerte amistad personal que sellaba fidelidades infinitas. Quizá por eso se limitó a poner como anticipo 500.000 pesetas de la época cuando Eco terminó el que sería su gran best-seller mundial, El nombre de la rosa.Asentado el sello en las librerías pero también dentro de casa (en 1969 marchaban su hermano y la esposa de éste, Beatriz de Moura, que fundaron Tusquets tras el inevitable choque de trenes de personalidades entre ambas mujeres), la estabilidad pareció despertar la vocación escritora de Tusquets, que en 1978 se tradujo en la publicación de su primera novela, El mismo mar de todos los veranos, a la que siguieron, a la que siguieron El amor es un juego solitario (Premio Ciudad de Barcelona, 1979), Varada tras el último naufragio, La reina de los gatos, Para no volver, Con la miel en los labios, Correspondencia privada y ¡Bingo! Ha publicado, además, dos volúmenes de relatos Siete miradas en un mismo paisaje, La niña lunática y otros cuentos, Carta a la madre y cuentos completos, Confesiones de una editora poco mentirosa, y los ensayos Prefiero ser mujer, Libros “de lujo” para niños, Ser madre y Pequeños delitos abominables. Habíamos ganado la guerra (Bruguera, 2007) y Confesiones de una vieja dama indigna (Bruguera, 2009) integran sus memorias. El año 2010 publicó, con Ediciones B, Pequeños delitos abominables. El último título de Tusquets ha sido Tiempos que fueron (2012), las memorias de infancia que compartió junto a su hermano Óscar Tusquets, reconocido arquitecto, diseñador y pintor catalán. Sus novelas han sido traducidas a diversos idiomas, obteniendo un notable éxito de crítica.A mediados de los 90, cuando la edición ya entró de lleno en la industria del ocio, se hacía difícil que una editorial trabajara con un ambiente tan familiar que sus adorados perros juguetearan entre originales o que no dedicara ya más tiempo a los números que a la literatura en sí. “No encontraba a nadie que llevara bien el negocio y por eso decidí venderla”. La afortunada sería, en 1996, la multinacional Bertelsmann, a través de Random House Mondadori, a la que vendió el 80%.“No añoro mi etapa de editora; no volvería por nada del mundo; es un negocio muy complicado: el azar es la mitad del oficio”, declaraba hace poco, pero sí que tras jubilarse creó en 2002 un pequeño sello con su hija Milena, RqR.Falleció el 23 de julio de 2012 en Barcelona a causa de una pulmonía.