“Hoy puede ser un gran día,
plantéatelo así. Aprovecharlo o que pase de largo, depende en parte de ti”.
Joan Manuel Serrat.
Me llamó la atención un video que
recientemente nos pasaron en un taller. Era un fotógrafo de National Geographic
que narraba la manera en que el oficio y arte de tomar fotografías por el mundo
se había convertido en una enseñanza de vida. Aprendió que cada instante es
único y que se debe disfrutar al máximo, sobre todo los instantes de la vida
diaria.
Su sueño era fotografiar a una
tejedora de una zona rural en Noruega. Tenía conocimiento de que era una
anciana sabia que disfrutaba de esta hermosa actividad de convertir ovillos de
hilo en bellas prendas, con la ayuda de un rústico telar. Le preguntó en qué
pensaba cuando tejía. El esperaba una respuesta extraordinaria, fuera de lo
común y muy profunda. A la interrogante, ella respondió que pensaba si le alcanzaría el hilo para terminar la
prenda que estaba tejiendo. En pocas palabras, y para sorpresa del fotógrafo,
le contestó: “Cuando tejo, tejo”. Obtuvo una respuesta sabia.
Me imagino que pensaba también en los colores,
las combinaciones, la textura, en fin, lo relacionado con la actividad que
realizaba en ese momento. Su mente, su corazón y su cuerpo los mantenía
conectados, unidos, indivisos disfrutando del momento en el aquí y el ahora.
Menciona Luis G. Vallés en su libro
“Elogio a la vida diaria”, que, por lo general,
nunca estamos íntegramente en donde estamos, por lo tanto, no estamos a
gusto y simplemente no estamos. “ Se nos ha dispersado la existencia a lo largo
de todo su recorrido y andamos en mil pedazos por horizontes pasados y futuros,
en vez de vivir en unidad y conciencia en el único punto del tiempo y del
espacio en que estamos y en el que vivimos”.
No significa esto que no sea
importante planear, organizar proyectos, tener metas o cumplir objetivos. “Está
bien planear, imaginar y soñar. Todo eso es importante en la vida. Pero cada
cosa a su tiempo y en su lugar”. Invita además el autor: “ Cada momento es
especial. Cada encuentro, una celebración. Cada persona, única. Cada
conversación, un evento”.
Conducimos a la escuela sin
percatarnos del hermoso amanecer; comemos leyendo el periódico; nos duchamos pensado en todo lo que tenemos
qué concretar en el día; “conversamos” atendiendo llamadas telefónicas de otras
personas. Cito a Osho: “ ¿Te estás
duchando? Pues dúchate de veras.
Disfruta el momento, siéntelo, vívelo. ¿Estás comiendo? ¡Pues come con toda el
alma y con todo el cuerpo!”.
Estamos formados para conseguir
metas, para alcanzar objetivos. Nos concentramos únicamente en los resultados y
nos olvidamos de disfrutar el camino. Vamos subidos en el tren de la vida que
avanza vertiginosamente sin ver el paisaje, la vereda, el río y todo lo que el
camino nos presenta. Se nos va la infancia de nuestros hijos sin darnos cuenta;
terminó el día y no supimos qué hicimos; concretamos un proyecto y no sabemos
ni cómo lo logramos.
Cuando dejo a mi hijo en su partido
de futbol le digo: “Disfruta mucho. Que te diviertas!, en lugar de la
advertencia: “Tienes que anotar muchos goles”. Lo motivo para que disfrute del
encuentro con sus compañeros de equipo y del equipo contrario, del aire fresco
que rompe en su rostro, del ejercicio, de cada patada al balón, de cada pase,
de cada instante. Por añadidura, que también celebre los goles.
En su libro “Manejo y comunicación de
sentimiento” el P. Luis Valdés Castellanos platica que cuando él nadaba se
enojaba porque otros nadadores llegaban primero que él, sobre todo si eran
mujeres. Explica cómo disfruta de esta actividad ahora, cada brazada, el agua,
cada burbuja, sin pensar en todo lo demás, en los pendientes, las
preocupaciones y mucho menos en si alguien llega primero.
Integrar nuestra mente, cuerpo y
alma; nuestros pensamientos, imaginación, corazón y memoria es vivir de una
manera completa. Dice Osho: “Si Has tenido una experiencia realmente completa,
tu mente ya no vuelve a ella, no le crea tensión, no la necesita”. Recuerdo ese
comercial televisivo de un medicamento para la gastritis. Se observa cómo el
hombre que sale, come a medias, se toma
café a medias. Se vive a medias. Vivimos a medias.
Ahora cuando yo nado, ¡nado!, cuando
tejo, tejo; cuando doy clases disfruto de mi actividad y de mis jóvenes
alumnos; cuando escribo esta columna, lo hago con todo mi corazón.