Reseña "La maniobra de la tortuga" del escritor Benito Olmo

Una clásica investigación criminal, un sabueso vuelto de todo en una ciudad que no es la suya y una subtrama protagonizada por una mujer que ha sufrido maltrato y que transcurre en paralelo. Como es lógico, ambas terminarán confluyendo. Benito Olmo nos ofrece en “La maniobra de la tortuga” el guión que garantiza entretenimiento que va de menos a más.

 

. Como es lógico, ambas terminarán confluyendo. Benito Olmo nos ofrece en “La maniobra de la tortuga” el guión que garantiza entretenimiento que va de menos a más.
  El inspector Manuel Bianquetti está exiliado en la comisaría de Cádiz por una terrible metedura de pata que empañará el resto de su carrera. Allí está castigado con aburridas labores administrativas que le cabrean tanto como le asfixian y en un ambiente de comisaría que no le motiva precisamente.

  Olmo dibuja sin ornamentos al inspector que se salta a la torera las normas para salirse con la suya. Resulta poco creíble que pueda hacer de su capa un sayo de una manera tan continuada, pero el caso es que se le da manga ancha por no aguantarle. Por cierto que no es un personaje que al principio caiga demasiado bien. Es más, harta de resabiado.

  Es mucha novela negra la que ha pasado por mi lista de lectura en los últimos años y cansa el típico papel del duro policía hastiado que satura por sus maneras prepotentes utilizadas a veces de manera gratuita. No descubriremos hasta bien avanzada la novela qué le llevó a ese destierro, pero está claro que –cuando lo sepamos– comprendemos que tiene demasiados subidos los humos como para llegar a bordear a todo lo que se menee en su nuevo destino impuesto.

  Está tan asqueado que el asesinato de una joven activa todos sus sentidos de investigador. Cuando se percata de que las conclusiones policiales podrían condenar a un posible inocente Bianquetti arrasa por donde va, poniendo en práctica su buen hacer, aunque eso sí, no puede pretender –y es lo que me chirría– que su entorno aplauda su actitud por muy bueno que sea en lo suyo.

  También es cierto que lo que empieza a descubrir a raíz de la investigación no ayuda a dulcificar su carácter agrio, porque además del asesinato, Bianquetti se irá encontrando otros asuntos turbios para poner más negra y asqueante la cosa. Mucho mejor para el lector, sin duda.

  Me gusta la subtrama. Cristina es una mujer maltratada que ha encontrado un retiro también impuesto, pero para huir del hombre de sus pesadillas. Se intuye que su historia acabará por unirse con la de Bianquetti y que este último no es tan malo como lo pinta el contexto en el que se desenvuelve. Pero tampoco resulta natural el lado tierno con el que después nos deleita.

  En todo caso Benito Olmo ofrece un buen rato al lector y es cierto que la última parte, cuando aumenta la tensión (no sólo en la trama principal), crecen las ganas de más páginas. Al ritmo ayuda además la narrativa sencilla sin florituras y capítulos breves incluso con fecha y ubicación. La trama se desarrolla prácticamente en tres días.

  Otro punto a su favor es el apoyo del escenario como protagonista. Más en una ciudad que conozco y adoro: Cádiz. Con su belleza y encanto particular, Olmo encuentra y despliega el lado oscuro –todos, lugares y personas lo tienen si se buscan– de sus calles, rincones y baretos, lejano de los clichés luminosos que la definen. Es una gozada cuando recorres en un libro lugares conocidos.

  Ha sido mi estreno con Benito Olmo al que le llueven las buenas críticas y promete más Bianquetti. Y atención, no sólo en formato libro sino que incluso, se prepara para intentar meter dentro de la pantalla –y es complicado dado su tamaño– al enorme inspector. Suerte Benito.

UNETE



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