Literatura escrita por mujeres la escritora Edith Wharton

Era una tarde de enero de comienzos de los años setenta. Christine Nilsson cantaba Fausto en el teatro de la Academia de Música de Nueva York. Aunque ya había rumores acerca de la construcción, a distancias metropolitanas bastante remotas, “más allá de la calle Cuarenta” de un nuevo Teatro de la Opera que competiría en suntuosidad y esplendor con los de las grandes capitales europeas, al público elegante aún le bastaba con llenar todos los inviernos los raídos palcos color rojo y dorado de la vieja y acogedora Academia. Los más tradicionales le tenían cariño precisamente por ser pequeña e incómoda, lo que alejaba a los “nuevos ricos” a quienes Nueva York empezaba a temer, aunque, al mismo tiempo, le simpatizaban. Por su parte, los sentimentales se aferraban a la Academia por sus reminiscencias históricas, y a su vez los melómanos la adoraban por su excelente acústica, una cualidad tan problemática en salas construidas para escuchar música.

 

. Christine Nilsson cantaba Fausto en el teatro de la Academia de Música de Nueva York. Aunque ya había rumores acerca de la construcción, a distancias metropolitanas bastante remotas, “más allá de la calle Cuarenta” de un nuevo Teatro de la Opera que competiría en suntuosidad y esplendor con los de las grandes capitales europeas, al público elegante aún le bastaba con llenar todos los inviernos los raídos palcos color rojo y dorado de la vieja y acogedora Academia. Los más tradicionales le tenían cariño precisamente por ser pequeña e incómoda, lo que alejaba a los “nuevos ricos” a quienes Nueva York empezaba a temer, aunque, al mismo tiempo, le simpatizaban. Por su parte, los sentimentales se aferraban a la Academia por sus reminiscencias históricas, y a su vez los melómanos la adoraban por su excelente acústica, una cualidad tan problemática en salas construidas para escuchar música.
“La edad de la inocencia”

Edith Newbold Jones, más tarde conocida como Edith Wharton por su apellido de casada, nació en Nueva York, el 24 de enero de 1862. Su familia era de clase alta, sin embargo, en 1866 y debido a algunas cuestionables inversiones, la familia tuvo que trasladarse a Europa. Allí, Edith, aprendió francés, italiano y alemán, estudió sin asistir a las escuelas públicas, y pasaba sus días leyendo e interesándose por el arte y la literatura.

A la edad de catorce años, bajo el seudónimo de David Oliveri, escribió su primera novela. En esos mismos años, compuso poemas, y en particular una colección publicada por la revista “Atlantic Monthly”. Después de algún tiempo, su maestro Emelyn Washburn, la introdujo en las lecturas de los autores Emerson y Thoreau, de quienes aprendió mucho.

En 1885, cuando tenía veintitrés años, Edith se casó con Edgard Robbins Wharton, amigo de su hermano y doce años mayor que ella; pero se  divorciaron en 1913 a causa de las repetidas y públicas infidelidades de su marido, que afectaron mental y físicamente a la escritora y que motivaron que tuviera que ser ingresada en una casa de reposo.

A partir de su matrimonio también pasaría parte de cada año en Europa: en Italia primero y en París después, donde se estableció en 1907, en un apartamento de la rue de Varennes donde viviría rodeada de princesas y duquesas, novelistas, historiadores y pintores, hasta su muerte. Durante un tiempo mantuvo un sonado idilio con el periodista estadounidense William Morton Fullerton, según muchos el amor de su vida. Éste era bisexual y alternaba a la escritora con Lord Ronald Coger, Rajá de Sarawak. Ella misma, también bisexual, mantuvo una larga relación con la cantante de ópera Camilla Chabbert, y relaciones esporádicas con la poeta y guionista Mercedes Acosta.

Desde 1902 se encontraba en las librerías su primera novela, El Valle de la Decisión, ambientada en Italia en el siglo XVIII. A esta le siguieron una serie de publicaciones, incluyendo cuentos y artículos, a menudo publicados en los mejores periódicos europeos y americanos.

En 1911 publicó Ethan Frome, según muchos su obra más exitosa, corta y convincente, a medio camino entre una larga historia y una novela corta. En esos años, Edith añadió a la escritura otra de sus grandes pasiones: viajar. Fue la primera mujer en la historia en llegar a la cima del Monte Athos, un lugar cerrado a las personas de sexo femenino, y que ella describió en muchos de sus escritos. A menudo viajó por distintos lugares de Europa, llegando incluso a Marruecos, visitando un harén, otra experiencia limitada para una mujer en aquellos años. Fue y volvió entre Europa y América, cruzando el Atlántico cerca de sesenta veces durante su vida.

Poco antes del estallido de la Primera Guerra Mundial abrió albergues y círculos literarios en los que daba la bienvenida a autores no solo estadounidenses. Sus dos casas francesas, una en París y otra en el sur de Francia, se convirtieron en centros para autores y periodistas, gente de la cultura en general, ayudando a difundir su fama como escritora.

Cuando, en 1914, Alemania finalmente declaró la guerra a Francia, Edith Wharton se comprometió a crear verdaderos centros para las trabajadoras desempleadas y sin asistencia. Después de refugiarse en Inglaterra, regresó a Francia una vez finalizada la famosa batalla del Marne, en septiembre de 1914, creando los “Albergues de América para los refugiados”, una evolución de los círculos literarios que había creado en su casa en París. Allí conoció a autores como Henry James, de quien se convirtió en amiga cercana, consiguiendo grandes demostraciones de estima también por su obra literaria. Por esta iniciativa, en 1916, Wharton recibió la Legión de Honor del gobierno francés.

Durante la Primera Guerra Mundial la escritora neoyorquina también escribió para periódicos estadounidenses, proporcionando informes sobre la guerra y las circunstancias políticas. Además, se esforzó en iniciativas humanitarias, por ejemplo ayudando a un orfanato belga para rescatar a más de seiscientos niños refugiados en peligro, a causa del avance alemán. Edith continuó escribiendo novelas y cuentos, como La Marne (1918), preparando el escenario para lo que pronto sería su obra maestra, que llegaría al final de la guerra.

En 1920 publicó La edad de la inocencia, una obra ambientada en la alta sociedad de Nueva York de principios del siglo XX, donde es evidente el sarcasmo y la crítica hacia este tipo de sociedad, precisamente por una autora que, durante años, había frecuentado a sus personajes más destacados.

Un año más tarde, en 1921, la novela ganó el premio Pulitzer. Edith Wharton fue la primera mujer en recibir el prestigioso premio instituido por Joseph Pulitzer]. En el pico de su carrera, también escribió cuatro novelas cortas agrupadas en Vieja Nueva York, fechada en 1924, que incluyeron las obras Falsas, La Solterona, Reflejos de luna y Día de Año Nuevo.

Entre los años 20 y los años 30 escribió otras novelas, pero ninguna alcanzó la fama de la anterior La edad de la inocencia. Notables fueron: Un hijo en el frente, de 1923, Aquí y allá, de 1926, Los Niños en 1928 y Aquí vienen los dioses de 1931.

En 1937 publicó Ghosts, una importante colección de historias de fantasmas. En este mismo año, después de dejar inconclusa su última novela Bucaneras, Edith Wharton murió el 11 de agosto en la localidad francesa de Saint-Brice-sous-Foret.

En 1993, el director Martin Scorsese llevó al cine su novela, La edad de la inocencia, protagonizada por los actores Daniel Day-Lewis, Michelle Pfeiffer y Winona Ryder.

Edith Wharton está considerada como la más genial novelista americana de su generación, admirada por intelectuales de la talla de Henry James, Francis Scott Fitzgerald, Jean Cocteau y Ernest Hemingway.

UNETE



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