. En sus manos callos testigos del duro trabajo. En sus ojos la desesperación por alimentar a su familia, por sentirse útil.
En casa le esperan sus hijos que ven un espíritu luchador en su padre. Tras tantos años de esfuerzo y trabajo, ahora su yugo es el desempleo. Sus antiguas ilusiones frustradas con el sello de la crisis, se convierten en la soga al cuello. Vuelve a su hogar con la mejor de sus sonrisas, enmascarando sus decepciones. Los tiernos abrazos de sus pequeños angelitos le encojen el alma.