Con el lema “Juventud, diálogo y comprensión mutua”,
se celebra este viernes 12 de agosto el día mundial de la Juventud, proclamado
por la Organización de las Naciones Unidas desde el año 1996. No dejé pasar la
oportunidad de esta fecha para tomar este tema, actual, fresco e interesante.
Hablaremos de ese divino tesoro, que es la juventud.
El lema de la ONU se me hizo acertado, en un momento y
en un mundo en el que hace falta mucha comprensión, tolerancia y
aceptación. No solo comprender la magnitud de ser jóvenes en esta etapa de la
historia de la humanidad, sino entender las difíciles circunstancias que les ha
tocado vivir y los retos que tienen que enfrentar día tras día para salir
adelante.
También el diálogo, como la vía para que exista
un acercamiento entre las generaciones y de esa manera los jóvenes se sientan
involucrados en las decisiones que a ellos afectan. Los jóvenes viven
bombardeados de todo tipo de información a través de los medios masivos de
comunicación y de la red electrónica. Esto no es diálogo si entendemos por éste
la conversación entre dos o más personas que manifiestan sus ideas, afectos,
pensamientos y sentimientos de una manera alternada.
La palabra más interesante es “mutua”, es
decir, una comprensión bidireccional, en la que exista una plena
comprensión a los jóvenes, sus inquietudes, su manera de expresarse y
manifestar su opinión, sus ideales y sus sueños. Es más fácil para nosotros
comprenderlos, que ellos comprendernos a nosotros, pues ya hemos pasado por esa
etapa y ellos no por la nuestra. Entonces ¿ Por qué se nos hace tan difícil
comprenderlos?. Quizá es el miedo a que se equivoquen, a que sufran, a que no
comentan los errores que nosotros tuvimos y a que no les falte nada . Decimos
que los tiempos han cambiado.
Tratar de comprenderlos no significa hacernos
permisivos y relativizar todo lo que tiene que ver con sus decisiones. Los
adultos, ya sean padres, formadores, mentores o autoridades tenemos una
obligación de amor con estas jóvenes vidas que Dios nos ha confiado. No es que
queramos que nos comprendan, pero sí procurar hacerlos partícipes de la
promoción de los ideales de paz y respeto a los Derechos Humanos. Sobre todo
respeto a sus propias vidas y salvaguarda de su integridad y dignidad.
A decir del Secretario General de la ONU, Ban-Ki-Moon,
reconocer y celebrar la capacidad que tienen para construir un mundo más seguro
y más justo tomando como punto de partida sus propias vidas. Redoblar esfuerzos
para incluir a los jóvenes en las políticas, programas, decisiones que beneficien
su futuro.
Decir joven, es decir alegría, energía, sueños,
ilusiones, futuro, presente, vida, proyectos, tesoro. Soy mamá de adolescentes
y me encanta escuchar cantar a mi hija a todo volumen o escuchar tocar la
batería a mi hijo con todo el estruendo que se puedan imaginar. Son polvo de
estrellas.
Decir joven también en estos días puede
significar desencanto, desempleo, falta de oportunidades, exclusión,
indiferencia, apatía, confusión, dependencias nocivas (todas lo son), desánimo
y pobreza. Ojalá que juntos, adultos y jóvenes, también redoblemos esfuerzos
para que la juventud sea eso, un divino y preciado tesoro que desborde de
energía y alegría bien encausadas y fomentar el diálogo con los
jóvenes y hacer votos por una comprensión mutua entre las generaciones.
Lorena Arias Giménez, Economía y Empresariales
Muy claras y acertadas tus palabras. En estos tiempos donde si nos preocupamos por los jovenes es más en un intento de mantener la provisión de recursos para cubrir necesaidades básicas, que aunque fundamental no lo es todos, es reconfortante encontrar a alguien que vaya más alla y nos recuerde que no solo por proveerles techo, alimento y seguridad nuestros jovenes estan contenidos en su totalidad, y nuestro futuro va por buen camino.