Sí, a pesar de todo, la vida es bella, como proclamaba la película de Benigni. Es mejor haber vivido y sufrir que no haber vivido nunca, como dice el villancico de Juan del Encina: Más vale trocar plazer por dolores que estar sin amores. La vida es sufrimiento porque es amor y quien ama sufre, pero goza, goza con cada instante en que el aire inunda sus pulmones, con cada paso que le empuja por este mundo, con cada palabra que recibe de los que le rodean. Es un gozo estar vivo y sentir llenarse el pecho de emoción ante el sol que renace cada día despertando la belleza de la naturaleza a su paso; ver el mar batir con su fuerza en la playa mientras la sal aprieta la piel contra la arena y sentir la profundidad de lo oscuro bajo el cuerpo ingrávido en el mar, dejarse llevar, mecer por sus susurros. La vida es bella y lo es en colores, como dice Silvio Rodríguez en el disco dedicado a su padre en 1994. La vida no es en blanco y negro o en grises, la vida estalla en colores en cuanto puede abrirse camino en el universo. La vida es bella y en colores en la naturaleza y en la sociedad, por eso siempre habrá esperanza para los seres humanos que caminamos por este mundo, porque la vida no es una dirección única, siempre puede abrir nuevas oportunidad, es el gran regalo de la evolución, que todo puede cambiar de un instante para otro, que no hay un ser dado para siempre, que el cambio es lo que rige la vida en el Universo. Todo cambia, todo se adapta, todo es nuevo a cada instante, por eso hay esperanza en el Universo, porque todo puede ser distinto a cada momento.