Al ver parte de la serie de televisión Rey David, sobre todo el primer capítulo
cuando este, el pastor de las ovejas, es elegido para ser el nuevo rey de
Israel, me hizo pensar en las cualidades que tenía éste versus Saúl.
La humildad, capacidad de servir, mansedumbre, honestidad,
integridad y no su condición física, fue lo que apareció a la vista del profeta
Samuel, quien escuchando a Dios, ungió a David como Rey.
Las intenciones del corazón, los pensamientos rectos le
dieron el merecido reconocimiento y la vanagloria y egocentrismo del rey Saúl
encabezaron su destierro.
En aquella época el profeta o vidente espiritual, en este
caso Samuel, manifestaba su autoridad con su espiritualidad y, por otro lado,
él percibía la conexión que tenía el rey con Dios, conexión que se manifestaba
en un corazón humilde, atento a los pensamientos y voluntad divina, cualidades
que iban más allá de sus atributos físicos, intelectuales o de los intereses
personales y que el rey Saúl dejó de expresar.
Reflexionando sobre las autoridades y ciudadanos en Chile,
vemos que la corrupción y el actuar sin ética de algunos ha creado un ambiente
de desconfianza y decepción además de la indignación de muchos.
La buena noticia es que a lo largo de la historia se ha
visto y comprobado que el mal uso del poder, las equivocaciones y errores
cometidos salen a flote y caen de su supuesta gloria. En cambio el actuar con
integridad, transparencia y ética que vela por el bien común, prevalece y
ejerce el poder obteniendo el reconocimiento merecido.
Un ejemplo de esto es Ernesto
Ibarra, un acomodador de autos, quien encontró una importante suma
de dinero en una de las calles de Curicó y cuando la dueña le preguntó si había
visto algo, él le devolvió el dinero. El valor de este hecho va más allá de el
acto, para mí lo que él dijo después en una entrevista es invaluable: “quedo
con el corazón tan contento cuando entrego las cosas.” Ese sentir en su corazón
es lo que perdurará por siempre y es lo que hace que se sienta con la conciencia
limpia. Ernesto valora su integridad y la cuida.
El mayor trofeo en la vida es sentir amor y que los actos
sean una muestra de éste; más empatía y menos burocracia. Cultivar pensamientos
honestos e íntegros son determinantes para la toma de buenas decisiones y
además enaltece, dignifica y eleva la conducta de cada ciudadano.
Claudia Honorato
integra el Comité de Publicación de la Ciencia Cristiana para Chile y escribe
reflexiones acerca de la conexión que existe entre los pensamientos y la vida.
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Si fuera correcto lo que dice, la democracia liberal sería la mala, pues hasta antes de ella incluso dentro de nuestro mundo de cultura los gobernantes los elegía dios y como eso no iba ser mejor en que cada ciudadano es un voto, pues como podía pensar que el suyo valiera como cualquier otro.