"Literatura escrita por mujeres" la escritora Clara Campoamor

… Resolved lo que queráis, pero afrontando la responsabilidad de dar entrada a esa mitad de género humano en política, para que la política sea cosa de dos, porque solo hay una cosa que hace un sexo solo: alumbrar; las demás las hacemos todos en común, y no podéis venir aquí vosotros a legislar, a votar impuestos, a dictar deberes, a legislar sobre la raza humana, sobre la mujer y sobre el hijo, aislados, fuera de nosotras.

 

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(El voto femenino y yo)

Clara Campoamor Rodríguez, (Madrid, 1888 – Lausana, 1972) fue abogada, escritora, política, acérrima defensora de la igualdad  de la mujer, y comprometida con sus ideales hasta el último día de su vida.

En 1898, el año en que España pierde lo que restaba de su Imperio colonial tras una desastrosa guerra con Estados Unidos, Clara, cuando apenas cuenta 10 años de edad, sufre también la pérdida de su padre, y la madre tiene que hacerse cargo de sus dos hijos con su trabajo de costurera.

Con trece años tuvo que abandonar sus estudios. Trabajó como dependienta y como telefonista, y con 21 años consiguió una plaza como funcionaria de Correos que la llevó hasta Donosti, donde vivió cuatro años y donde está enterrada actualmente. Tras su estancia en la capital guipuzcoana ganó unas oposiciones en el Ministerio de Instrucción Pública y así regresó a Madrid como profesora en las Escuelas de Adultas. Dar clase a mujeres que venían agotadas tras una dura jornada de trabajo contribuyó a alimentar unos ideales cada día más fuertes.

Simultáneamente ejerció como secretaria del director del periódico conservador La Tribuna, donde publicó algunos artículos. Allí conoció a gente muy diversa y creció su interés por la política. A los 32 años, en 1920, por fin retomó sus estudios: en dos cursos consiguió el bachiller, y un bienio después se licenció en derecho. Con 36, en plena dictadura de Primo de Rivera, ya ejercía como abogada, una de las primeras mujeres españolas en esta profesión.

Con el advenimiento de la Segunda República (1931), obtuvo un escaño de diputada por Madrid en las listas del Partido Radical. Formó parte de la Comisión constitucional, destacando en la discusión que condujo a aprobar el artículo 36, que reconocía por vez primera el derecho de voto a las mujeres.

Los gobiernos de la República le confiaron otros cargos de responsabilidad, como la vicepresidencia de la Comisión de Trabajo, la dirección general de Beneficencia, la participación en la comisión que preparó la reforma del Código Civil o la presencia en la delegación española ante la Sociedad de Naciones. También fundó una organización llamada Unión Republicana Femenina.

No consiguió renovar su acta de diputada en las elecciones de 1933. Y abandonó España en 1938, ante la inminente victoria del alzamiento de los militares reaccionarios; el subsiguiente régimen de Franco no le permitió regresar al país, de manera que permaneció exiliada, primero en Argentina y luego en Suiza.

En 1931 escribió El derecho de la mujer en España, El voto femenino y yo: mi pecado mortal (1935-1939), Buenos Aires. Editado en 1939 por Talleres Gráficos Fanetti & Gasperini y reeditado en 1983 por el Instituto de publicidad Navales. Libro escrito conjuntamente con el diputado republicano Federico Fernández de Castillejo, también exiliado. En 1937 publicó en París La revolución española vista por una republicana, donde narró su experiencia en Madrid, mostrándose muy crítica con el comportamiento de los republicanos. El pensamiento vivo de Concepción Arenal (1943), Sor Juana Inés de la Cruz (1944), Vida y obra de Quevedo (1945), Heroismo criollo: la Marina argentina en el drama español (1983). Fue escrito con Federico Fernández Castillejo, y publicado por el Instituto de Publicaciones Navales de Buenos Aires.

La fuerza de Campoamor residía en su integridad y en su constancia. Y así lo plasmó en su lucha defendiendo paso a paso sus convicciones políticas, incluso cuando el poder estaba en juego. Los movimientos sufragistas de todo el mundo peleaban por el voto femenino y lo consiguieron con la implicación y la fuerza de miles de mujeres unidas por la causa. En España lo consiguió una sola desde la tribuna de un parlamento. El voto femenino fue su gran logro pero no el único ya que también trabajó por la consecución de otros reconocimientos para las mujeres, como la igualdad jurídica ante el hombre y el derecho al divorcio.

Murió de cáncer en abril de 1972. Sus restos mortales fueron trasladados algunos años después de su muerte al cementerio de Polloe en San Sebastián (Guipúzcoa), y se conservan en el panteón de la familia Monsó Riu por ser Clara madrina de la familia.

UNETE



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