El auge de la técnica y la tecnología obliga a muchos
investigadores de la educación a revisar la importancia que tiene el Ser en los
nuevos procesos de formación escolar en todos los niveles para intentar
explicarse. Pues las cosas no funcionan como debería ser, ya que cada vez se
acrecienta el desequilibrio entre una sociedad preparada cognoscitivamente,
pero ignorante de elementos ético y moral básicos.
No tratamos de demeritar la tendencia tecnologizante
que subyace en todas las actividades humanas, sino al abuso en el uso de ésta;
tampoco negar sus aportes ni desconocer su importancia. Pero ¿Qué importancia
puede tener la formación humanística en una sociedad donde el utilitarismo del
conocimiento es la panacea para salir del anonimato y poseer poder económico y
financiero? ¿Es aceptable que la sociedad se haya quedado rezagada en el
estudio crítico de las problemáticas sociales por embarcarse en una carrera
voraz mercantilista y materialista transvasada por las tecnologías? No, tal vez
no. ¿Pero a costa de qué esa tendencia?
Hoy, grandes construcciones de edificios, avenidas y
represas que desvían ríos consolidan la cultura del cemento y el acero.
Empresas nacionales y multinacionales a través de concesiones mineras, degradan
la tierra para arrancarles sus riquezas sin impórtales un pito las
consecuencias que puedan haber. Empresas de la salud creadas para lucrarse
aceleradamente, irrespetando la vida de los pobres. A eso le llaman progreso y
desarrollo. Es más importante un gran edificio que la construcción de parques
con canchas, lagos y alamedas que oxigenen las ciudades. El nivel de vida de
los asociados no da frutos económicos, sino pérdidas; por tanto, no vale la
pena invertir en ello.
Igualmente, los parques naturales y los bosques son
talados sin que haya políticas sólidas e inviolables de re-forestación que
obliguen a los depredares a recuperarlos. Pero, ¿Tendrá nuestro sistema educativo
un alto grado de culpabilidad cuando no existen unas políticas de Estado que
prescriban la formación humanística como eje esencial en la educación de niños
y jóvenes? ¿Y si existen, por qué tanto profesional sin sensibilidad humana,
ética y estética hacia el hombre y la naturaleza?
Es bueno precisar que muchos profesionales, formados
en sus áreas disciplinares con lujos de detalles, pero mal formados en
elementales principios cristianos y humanos, olvidados de su responsabilidad
social, moral, espiritual y ética, salen al mercado laboral con la idea de
llenarse los bolsillos en el menor tiempo posible sin importarles sus
semejantes. La poca importancia en la formación humanística en escuelas y
universidades de la sociedad capitalista globalizada imposibilita que exista un
verdadero espíritu humanitario. Se han coartado las ideas y las prácticas
humanitarias por mucho que se hable de ellas.
En estos tiempos de dinero fácil y corrupción para
algunos, estudiar la ciencias humanas, que no producen dividendos económicos,
es cuestión de anquilosamiento ante los avances de la técnica y la tecnología,
las cuales le han permitido al hombre llegar a donde se encuentra actualmente
¿Sin embargo, dónde quedan los principios altruistas de la especie humana por
el respeto a sus congéneres y a la naturaleza cuando se le da mucha
preponderancia al dinero, al desamor, a la guerra y a la violencia? “Hoy, las
humanidades resultan poco atractivas, son consideradas un legado arcaico que
poco o nada tiene que ver con los dilemas éticos, políticos y sociales de
nuestra época”. No ha habido un equilibrio entre el interés puesto a la
ciencia, la técnica y la tecnología con el de la educación humanística en la
sociedad capitalista, a pesar de que no puede haber desarrollo científico, técnico
y tecnológico sin la reflexión crítica y sin el crisol de los principios éticos
y morales
En la formación escolar desapareció el estudio de las
humanidades y surgió un empobrecimiento del pensamiento y la reflexión. Existe
una incongruencia entre el discurso ético y la práctica real del mismo,
factores que han permitido la sumisión de los individuos y la manipulación de
sus conductas y comportamientos. En la gran mayoría de los ciudadanos se ha
acrecentado el analfabetismo funcional, que ha permeando la cultura y la
sociedad en general. La ética, la estética, la religión, la literatura, la
filosofía y la epistemología, entre otras ciencias humanísticas, desaparecieron
de la academia para darle paso a la frialdad utilitarista de las máquinas
inteligentes y al pensamiento descriteriado. Todo está automatizado, hasta las
conversaciones de los amigos.
En fin, debería haber un equilibrio entre la enseñanza
de las humanidades con la ciencia, la técnica y la tecnología donde los saberes
dialoguen interdisciplinariamente sin olvidar sus perspectivas. Las artes
liberales, como la llaman en algunos países, deben hacerse presentes en los
currículos de las carreras técnicas, tecnológicas y profesionales. Pues, “las
ciencias necesitan las humanidades, y las humanidades no pueden desvincularse
de la ciencia”.
* Docente de Lengua Castellana y Literatura del
Distrito de Cartagena en la Institución Educativa Nuestra Señora del Perpetuo
Socorro y de Comunicación oral y escrita de la Fundación Universitaria
Tecnológico Comfenalco-Cartagena.