. En pacientes
con la enfermedad se observa un aumento de los biomarcadores inflamatorios en
sangre periférica, incluidas las citocinas inflamatorias, que se ha demostrado
que acceden al cerebro e interaccionan con prácticamente todas las esferas
fisiopatológicas conocidas por participar en la depresión, incluido el
metabolismo de los neurotransmisores, la función neuroendocrina y la
plasticidad neural.
Comparado con individuos no deprimidos, los pacientes con
depresión mayor (tanto con antecedentes patológicos como sin ellos) manifiestan
todas las características esenciales de la inflamación, incluidos aumentos de
las citocinas inflamatorias relacionadas y sus receptores solubles en sangre
periférica y líquido cefalorraquídeo (LCR), al igual que aumentos de las
concentraciones en sangre periférica de proteínas de fase aguda, quimiocinas,
moléculas de adhesión, y mediadores inflamatorios, como las prostaglandinas.
También se han descrito asociaciones entre marcadores inflamatorios y los
síntomas depresivos individuales, como fatiga, disfunción cognitiva y
alteraciones del sueño. Por ejemplo, en pacientes deprimidos tanto la
disregulación del sueño como la privación de sueño se han asociado con un aumento
de la interleucina (IL), al igual que de la activación del factor nuclear kappa
B (NF-kappaB), un factor de transcripción primario en la iniciación de la
respuesta inflamatoria. Aunque buena parte del interés en la inflamación y la
depresión se ha centrado en las citocinas, que median la respuesta inmune
natural, incluida la IL-1, el factor de necrosis tumoral (TNF)-alfa, e IL-6,
que parece ser uno de los biomarcadores periféricos más fiable en la depresión
mayor, los hallazgos de un aumento de los marcadores de la activación de los
linfocitos T (p. ej., receptor soluble de IL-2) en pacientes deprimidos evoca
el espectro de que podrían participar respuestas inmunes tanto adquiridas (p.
ej., linfocitos T y B) como naturales (p. ej., macrófagos). Sin embargo, a
diferencia de la prominencia de depresión tras administración de citocinas
inmunes naturales, como el interferón (IFN)-alfa, al ser humano, la
administración de la citocina de linfocitos T IL-2 no se asocia en general con
cambios profundos del estado mental, incluida psicosis, delirio y agitación
Estudios recientes indican que la inflamación puede
desempeñar un papel en la fisiopatología de las tendencias suicidas. La
interleucina-8 (IL-8) es una quimiocina que, además de su función en el sistema
inmune también ejerce propiedades neuroprotectoras. La participación de esta
quimiocina en enfermedades neuropsiquiátricas se conoce de forma incompleta.
Pertinentes a las posibles aplicaciones clínicas de la
asociación entre inflamación y depresión, los datos indican que los
biomarcadores inflamatorios podrían identificar a pacientes deprimidos con
menos probabilidades de responder al tratamiento antidepresivo convencional y proporcionar
un indicador de la respuesta al tratamiento. Por ejemplo, se ha descrito que
los pacientes con pruebas de mayor actividad inflamatoria antes del tratamiento
responden menos a los antidepresivos, litio o privación de sueño (con potentes
efectos antidepresivos a corto plazo)
Implicaciones terapéuticas más directas de la hipótesis
inflamación depresión son el desarrollo de tratamientos destinados a las vías
por las que el sistema inmunitario influye en el cerebro
El campo en la neurotrasmición y la neuroinflamación es
realmente facinante y abre un amplio abanico de posibilidades para el
tratamiento de la Depresión Mayor.