Recuerdo ese episodio patético en
que Sergio Bitar quiso demoler un vetusto puente de mediados del siglo XX y
contra la calidad de su estructura nada pudieron los dinamitazos programados
frente a las cámaras de televisión.
Ahora, el país enfrenta con desconfianza el
caso del puente levadizo Cau Cau, en la Región de Los Ríos que nunca funcionó,
que recuerda sospechosamente errores como el Trasantiago o escándalos como el
MOP GATE, con un gasto sin fondo y un
Contratista que cobró grandes sumas en concepto de sobreprecio para
corregir defectos que nunca superó.
La Contraloría General de la República
inició un sumario al cuestionar los fundamentos que expresó el Ministerio de
Obras Públicas para aprobar, en junio del año pasado, más de 1.800 millones de
pesos extras para la empresa Azvi Chile, que estaba a cargo la construcción del
Puente Cau Cau. En esa línea, la Contraloría instó al MOP a "arbitrar las
medidas tendientes a obtener la restitución de los montos pagados en
exceso" en un plazo de 60 días hábiles, y también se instruyó el inicio de
"un procedimiento disciplinario tendiente a identificar las eventuales
responsabilidades administrativas de los funcionarios que aceptaron la
modificación del proyecto".
¿Qué conclusiones se puede sacar
de estos dos momentos en las obras públicas chilenas?
La primera apreciación es que en
Chile hubo calidad en obras públicas, sin necesidad de contratistas externos y
que esos puentes o carreteras siguen firmes, a pesar del paso de las décadas. Lo
segundo, es que la contratación del MOP en este proyecto amerita una auditoría
integral, que verifique las especificaciones técnicas y económicas, toda vez
que siempre la ejecución de un contrato considera inspecciones y control de
avances, lo que condiciona los pagos. Las exigencias económicas del
contrato siempre consideran multas por
atrasos y garantías suficientes para un fiel cumplimiento. Resulta
impresentable, entonces, las aprobaciones de cobros adicionales por mayores costos que alguien aprobó, pero que el contratista
debió prevenir. Por lo tanto, cabe la duda razonable sobre el celo fiscalizador
del MOP y la rigurosidad técnico jurídica aplicada al caso.
Discovery Channel
llevó a la TV el "horror de cálculo" tras el puente Cau Cau. Frente a
este reportaje, los ejecutivos del MOP han puesto el grito en el cielo y han
ninguneado la investigación realizada por el canal. Le han echado la culpa al
periodismo de ventilar un caso de antología y eso de culpar a los medios se
hace recurrente en las autoridades, en vez de asumir la impericia y mala
gestión. Se está jugando con el prestigio de la ingeniería chilena. La
transparencia que espera la ciudadanía es saber cuánto cuesta ese puente en
cualquier país del mundo y cuánto ha terminado pagando el Estado por una obra
que se ha convertido en un monumento a la ineptitud y una vergüenza
internacional.
Periodismo Independiente, 25 de
octubre de 2015. @hnarbona en Twitter.