Ahora queda
claro que en muchos casos en que se
gestaron cambios de gobiernos, (caso la intervención estadounidense en Panamá y
muchas otras), Estados Unidos a través de la CIA y el Departamento de Estado,
tomaron parte activa en la organización de los disturbios masivos, tal como ocurrió
con la Revolución del Maidán (plaza de la independencia en Ucrania ), que
termino con el derrocamiento de un presidente legítimo y la llegada al poder de
un grupo de neonazis, cuyo ascenso inmediato, creo las condiciones para que se
desencadenara una guerra civil en
Ucrania
La confirmación de estos hechos, lo constata el artículo del conocido
periodista estadounidense, Michael Kraiger quien en la publicación de Zero Hedge, proporciona evidencia de la estrecha relación entre los oligarcas
ucranianos y la Fundación Clinton, que coordina
proyectos de “caridad” y su financiación. A propósito, el artículo concluye que finalmente
queda muy claro que luego del golpe producido, el nuevo gobierno de Kiev se ha
mantenido totalmente obediente a los mandatos de Washington.
Por cierto, tales eventos se
desarrollaron en un contexto de propaganda anti-rusa por parte de Occidente,
situación que alentó el resurgimiento de las ideas del fascismo en Ucrania,
como se evidencia en el escrito en las páginas de la revista Morning Star
de Alex Gordon, miembro de una organización
anti-fascista británica. Él señala que “sería un error suponer que el
nacionalismo ucraniano surgió por sí mismo, sin ninguna influencia externa, y
lo más importante, que la financiación del proceso de fascistización del país,
es el resultado de un duro trabajo que contó con apoyo externo y de la elite
oligárquica, tendencia que obtuvo el aliento de la dirección estatal,
convirtiéndose en un fenómeno cada vez más irreversible”.
Hoy el mundo se
enfrenta a una difícil pregunta: ¿Cómo se explica que el pueblo ucraniano, el
cual hizo una gran contribución a la derrota del fascismo durante la Segunda
Guerra Mundial, pudo convertirse en defensor de ideas tan descabelladas, como
tales? Aunque parezca paradójico, su aparición en Ucrania es muy natural.
Después de años de reinado de los clanes oligárquicos a través de fuerzas de
ultraderecha, se gestó un golpe de Estado, para favorecer intereses allende a
los océanos. El establecimiento de un régimen neo-fascista era imperativo,
previo al desencadenamiento de una guerra civil, a objeto de distraer a la
población de los problemas básicos, como el de la sobrevivencia diaria y de las
consecuencias de un acto así, para el futuro del país.
Las personas infectadas
con la ideología fascista pierden la capacidad de discernir críticamente, y
optan por simpatizar acríticamente. Después de que el fascismo en Ucrania tuvo
éxito, todo lo que sucede, en la
sociedad se ha convertido en norma.
Se acepta con calma
la guerra con sus conciudadanos, y es más, muchos incluso creen que “no
hay alternativa” a ella. El desempleo, el
aumento de precios de bienes y
servicios también se admite sin protestar.
La ideología trasforma fácilmente en víctimas
a la gente común, y sobre todo a los jóvenes que, en función de su maximalismo, respiran el
aire de rebelión y el radicalismo. Vale la pena advertir que Occidente
niega permanentemente, la influencia de
los neo-fascistas en Ucrania. Sin embargo, el mismo sigue
siendo el único país en el mundo,
donde tales fuerzas controlan el
servicio de seguridad del Estado, el ejército, y ocupan
puestos claves en el parlamento, y lo peor, es que esta situación se percibe
como un hecho normal.
Es evidente que con su pasiva actitud, tanto
Estados Unidos, como la Unión Europea, promueven y fortalecen el neo fascismo ucraniano, ya que el mismo coincide con sus
intereses, pues la idea es utilizar cualquier medio
que exacerbe la tensión con Rusia).
¿Cómo se reflejará esta política en las futuras generaciones de
ucranianos? La respuesta a esta pregunta
por ahora, a nadie le concierne, ni importa.
Es evidente, que la actual Ucrania
difícilmente puede considerarse como
exitosa y libre. Tal estatus se reserva tan sólo para
los ricos del establishment ucraniano y occidental. A ellos lo único que les interesa,
es el crecimiento de su propio
bienestar material. Entonces, la
vida humana, como valor supremo, tal como lo muestran las
operaciones punitivas de las autoridades de Kiev, simplemente desaparece. Al parecer, esa será la Ucrania que satisface
a Washington, Bruselas y a las autoridades modernas
Kiev.
Por:
Euclides E. Tapia C. Profesor Titular de Relaciones Internacionales de la Universidad
de Panamá.