Reseña literaria "El corrector" de Ricardo Menéndez Salmón

TÍTULO DE LA OBRA: El corrector

 

. Actualidad

Nació en Gijón en 1971. Licenciado en Filosofía por la Universidad de Oviedo, escribe en los diarios ABC, El confidencia y La Nueva España, y colabora en las revistas El Mercurio, Quimera y Tiempo. Ha sido director literario de KRK Ediciones.

Entre los premios literarios que ha recibido destacan el de la Crítica de Asturias de Narrativa, que concede la Asociación de Escritores de Asturias, por el libro Los caballos azules, y el Premio Juan Rulfo del año 2003 otorgado por Radio Francia Internacional y el Instituto de México en París por el relato «Los caballos azules» (Ediciones Trea, 2005)

Su novela La ofensa (Seix Barral, 2007), considerada por El Periódico de Cataluña, el diario El Mnudo y la revista Qué Leeruno de los diez mejores libros de 2007, recibió el Premio Qwerty de Barcelona Televisión a la revelación del año y el Premio Librería Sintagma a la mejor novela de 2007, además de ser considerada por la revista Quimera como la mejor obra de narrativa publicada en 2007.3

Por su parte, Derrumbe (Seix Barral, 2008) fue escogida por el diario El País como la mejor novela en español publicada en 2008 por un autor menor de cuarenta años y recibió el Premio de la Crítica de Asturias a la mejor novela publicada en ese año.

En 2009, Menéndez Salmón recibió el Premio de la Crítica de la Feria del Libro de Bilbao en reconocimiento a la trilogía compuesta por La ofensa, Derrumbe y El corrector (Seix Barral, 2009). En 2010, su obra Asturias para Vera (Viaje sentimental de un padre escritor) obtuvo el V Premio Llanes de Viajes; ese mismo año, su novela La luz es más antigua que el amor ( Seix Barral, 2010) mereció el Premio Cálamo «Otra mirada».

Otras obras de este autor: La filosofía en invierno, KRK Ediciones, Oviedo, 1999 (reeditada en 2007). Panóptico, (KRK Ediciones, Oviedo, 2001). Los arrebatados, (Ediciones Trea, Gijón, 2003). La noche feroz, (KRK Ediciones, Oviedo, 2006) (reeditada en 2011 por Seix Barral). Medusa, (Seix Barral, Barcelona, 2012). Niños en el tiempo, (Seix Barral, Barcelona, 2014).

Cabe destacar igualmente que también es autor de relatos, poesía y sus obras han sido traducidas en numerosos idiomas.

Es la voz de Vladimir la que nos hace rememorar el fatídico 11 de Marzo de 2004. La fecha de los atentados en Madrid tan infames como los representantes del país que hicieron política con muertos.

Este ruido tremebundo es el arranque de Menéndez Salmón. Bueno, prometedor. Vladimir es corrector. Después de su fracaso, dice (yo no lo creo) como escritor. Pero su profundo e intenso amor por las letras, por quienes las utilizan con maestría, es su vida. La literatura es el arma silenciosa con el que aspira a combatir tanta basura y sangre. No la de aquel día sobre las vías del tren, sino la que simboliza la maldad que todo lo destruye y que tiene -sin duda- forma de ser “humano”.

Menéndez Salmón es Vladimir en su absoluta admiración por el compromiso lingüístico, la prosa trabajada, cuidada y estudiada al máximo, sin descanso, tanto que a veces agota al lector -aunque le haga disfrutar-, sin ningún respiro, sin concesión al azar. Y con esas palabras tan proporcionadas al concepto que quiere referirse en todo momento, este escritor nos cuenta cómo pueden pervertirse si vienen de bocas mentirosas, dañinas, como las que se abrieron las horas posteriores a los atentados, arrasando de manera sucia con la verdad.

Me gusta la valentía de Menéndez Salmón, dando nombres y apellidos de los políticos que participaron también con aquella monstruosidad, desde los atriles de sus conferencias de prensa, aprovechando la avidez por saber de los ciudadanos, tan doloridos como indignados.

Afortunadamente el mundo “no es tan malo”, o al menos, no es “sólo malo”. No sólo está el amor a la literatura, a su tremendo poder cuando los hilos que la manejan persiguen fines constructivos, está también el amor de Vladimir a su pareja.

Me ha conmovido hasta el infinito, aunque también me ha asustado, su forma de amar a Zoe. Es su tabla de salvación y aunque es peligrosa la atadura que raya con la dependencia, es un sentimiento tan hermoso que, si se conoce, acongoja y llena de placer, pero del que aporta serenidad. Nada hay seguro en esta vida, pero comparto con Menéndez Salmón el homenaje que brinda y que creo merecido, a las personas que nos aman pese a todos los peros, cuando más les necesitamos, porque es, cuando peor nos comportamos. Por eso, me parece una puñalada el secreto de Vladimir, que por supuesto no sabrán por mí. Estoy profundamente dolida con él.

Releída hasta aquí la reseña, desconozco si estoy hablando de una novela. Pero no deseo en este caso, saber si me equivoco en la definición de “El corrector”. Qué más da. ¿Quién soy y quién es cualquiera para decirle a un escritor lo que ha escrito cuando lo ha escrito tan bien, cuando te subyuga, cuando una lectura te mantiene profundamente concentrada en ella misma, si he disfrutado pese a ser agotadora… Suelo decir que soy una lectora voraz y son precisamente obras como “El corrector” las que más contribuyen a que siga siéndolo. Buscando no sólo -a partir de ahora- sus otros trabajos -porque es la primera vez que leo una de sus novelas-, sino todos lo que se puedan presentar mañana, pasado, cuando sea, siempre…

Es sin duda, uno de esos libros que te hace amarlos con su olor a papel y todo, los que te hacen cerrar los ojos al terminarlos y pensar un poco más aunque estés cansada y por supuesto -y desgraciadamente- de los que más desaniman cuando piensas, sueñas… en seguir escribiendo, pensando impotente, que algún día pueda llegar a hacerlo la mitad de bien que Menéndez Salmón, aunque tenga que reencarnarme en diez vidas posteriores.

UNETE



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