“El
Ladrón vulgar te roba: El dinero, el reloj, la cadena, el auto. El
político te roba: La felicidad, la salud, la vivienda, la educación, el futuro,
la pensión, la recreación y /o el trabajo. El
primero, el ladrón te elige a ti. Y al
segundo ladrón lo eliges tu”. (Anónimo).
Al momento de nacer las
republicas latinoamericanas , producto
de las guerras independistas contra la corona española a inicios del siglo XIX, se produjeron periodos de anarquía y que
ocasionaron procesos internos, revueltas y revoluciones que debilitaron el
concepto de republica y de democracia.
El concepto de republica inspiro a gran parte de estas naciones,
siguiendo el modelo americano y también la I Republica Francesa. El proceso de
la ilustración y del liberalismo influyo notablemente en la formación de
criterios y pensamientos que buscaban mayores espacios de libertad tanto en lo político
como en lo económico.
Chile no fue la excepción y
tras sufrir un periodo de inestabilidad política, se irguió como un país referente
de la región en cuanto a organización política y desarrollo económico. La hasta entonces Capitanía General de Chile,
subsidiaria del Virreinato del Perú, comenzó a gravitar en lo político y en lo económico
dentro de la región. Pero sin lugar a
dudas, carecía de una mayor profundización en cuanto a generación
representativa de mandatarios en los
negocios públicos. Ya en el siglo XX, se
alcanza una mayor representatividad del ciudadano común y nacen diversos
referentes políticos que representaban al pueblo mismo; al artesano, agricultor,
campesino, técnico, obrero, etc.
En la medida que ha
evolucionado el mundo y por ende Chile, surgen en las redes sociales diversos
grupos que presionan e influyen poderosamente en la gestión de la clase política,
del mundo empresarial y de otros centros de poder. Es el caso de el alzamiento del pueblo
egipcio contra sus autoridades y que determino un cambio radical en su actual
sistema de gobierno.
Bajo esta premisa, surge de
inmediato la reflexión del actuar lícito,
ético y moral de nuestra clase política y que ocupa cargos de representatividad
popular en el parlamento, municipalidades, poder ejecutivo y otras orgánicas
estatales. Tal es el caso de los
senadores, diputados, alcaldes, concejales y en última instancia el cargo de
Presidente de la Republica.
El ciudadano común ejerce su
derecho de elección de los candidatos que se presentan a escrutinio popular, es
en definitiva el mandante y que otorga al mandatario (político elegido),
la atribución de ejercer un cargo público
de forma temporal. En consecuencia es el
mandante (ciudadano) donde radica el poder de designar al mandatario (político)
para que lo represente de forma temporal
y de la forma más eficiente, pulcra y virtuosa, en el manejo de la cosa pública.
Terminado su mandato, vuelve el político a la condición de ciudadano. Su
gestión será evaluada y en determinadas situaciones, castigada penalmente
conforme al ordenamiento legal imperante. Una cosa de sentido común.
En líneas generales el
concepto de mandante (pueblo) y de mandatario
(autoridad política) tiende a tergiversarse y a perder el rumbo. Tal es el caso de nuestra actual situación
nacional, donde la capacidad de asombro sencillamente se ha perdido. Otro
elemento que sencillamente ha resultado dañado es el sentido común, y que en la
actualidad es el menos común de los sentidos.
No hablemos de la fe pública, pues
en la actualidad carece de sustento.
El caso PENTA, con el
financiamiento de partidos de la Alianza, siendo especialmente beneficiada la UDI,
es la guinda de la torta y que lleva a pensar si los mandatarios han sido bien
escogidos y seleccionados. Y esa es una de
tantas situaciones de las cuales nos hemos informado por la prensa. Por lo
extenso de tanta corrupción, de desfalco, de inequidad y de ineficiencia no las
describiré, pues se podría hacer un libro de toda esta mugre. Pero me detendré en
la destrucción de la red ferroviaria nacional a manos del Gobierno del
Presidente Lagos, quien designo a Luis Ajenjo a gestionar esta red ferroviaria
que unía a Chile desde Santiago a Puerto Montt. Su gestión fue tan desastrosa
que ocasiono la destrucción de este principal medio de transporte. En fallo de la Corte de Apelaciones de
Santiago, se le condenó a tres años de presidio, con el beneficio de la
remisión condicional de la pena, en calidad de autor del delito de fraude al
fisco (caso Empresa Ferrocarriles del Estado), entre los años 2003 y 2005
mientras se desempeñaba como Presidente de
EFE y que causaron un gran perjuicio fiscal. Pese a lo evidente de su mala gestión y
defraudación al Estado, Ajenjo salió bien librado y goza de buena salud gracias
a los mandantes (pueblo) Es decir, ya la capacidad de asombro ha sido superada
ampliamente.
La cosa y negocios públicos,
son indudablemente importantes para una nación.
Una clase política, que ejerza bien sus funciones, determina el
desarrollo de un país, en este caso Chile. Lo contrario implica corrupción,
desfalco, involución de las condiciones de vida de un pueblo, su ruina
definitiva al final de los tiempos. Numerosas naciones o civilizaciones, han
sucumbido producto del mal manejo de sus líderes. En consecuencia elegir buenos
mandatarios, probos y que cumplan eficientemente sus funciones, no resulta fácil.
Y ello se aprecia en todas las tiendas políticas.
Sin lugar a dudas el cargo público
atrae a mucha clientela, no siempre se busca para servir a la Republica, más
bien para servirse de él. La paga fiscal es buena y muy buena en la mayoría de
los casos, no por ello no se sabe de parlamentarios que voluntariamente desistan
de ejercer la “pesada carga parlamentaria”.
No entrare en detallar algunos senadores y diputados (en otros tiempos
honorables), que llevan décadas en esos cargos millonarios. Claramente los
mandantes (dentro de los cuales me incluyo), resienten lo abultado de las
dietas parlamentarias y que superan ampliamente a muchas naciones
desarrolladas. Más aun, dentro de poco
se ha legislado para aumentar la cantidad de parlamentarios (futuros
mandatarios), cargos que deberán ser financiados y adivine por quien. Pues por los sufridos mandantes (el pueblo,
el ciudadano común).
Es el momento entonces de
interesarse de la cosa pública, de involucrarse en los negocios del estado y de
elegir a mandatarios probos, virtuosos y que sirvan a la Republica, es decir, a
los mandantes y que es en definitiva el pueblo.