Hermana tierra, madre tierra

El Papa Francisco participó en la conferencia sobre nutrición de la FAO, celebrada en noviembre pasado.

 

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El hambre que sufre una de cada seis personas, algo más de mil millones, no es una fatalidad a la que una parte de la humanidad esté predestinada. Es resultado de la injusticia, de la violación del derecho fundamental de toda persona a disponer, en todo momento, de alimentos en cantidad y calidad suficiente que le permitan vivir una vida digna y saludable.

La producción de alimentos podría ser suficiente para alimentar al doble de la población mundial. Así y todo, la cantidad de personas que pasan hambre se ha incrementado en los últimos 30 años.

Una de cada cuatro personas no disponen de acceso a agua potable y un tercio no tiene acceso a un saneamiento adecuado. El agua será un tema complejo en los próximos lustros. Se debe crecer en la cultura de la solidaridad. Pero también se nos invita a vivir con mayor austeridad; redoblando los esfuerzos por un ahorro de energía y agua.

"Vivimos en una época en la que las relaciones entre las naciones están dañadas por la sospecha recíproca, la que se convierte en formas de agresión bélica y económica; socava la amistad entre hermanos y rechaza o descarta al que ya está excluido” dijo el Papa Francisco. Esto lleva a un aumento de la pobreza, perjudicando el desarrollo pacífico de los pueblos.

"El derecho a la alimentación sólo quedará garantizado si nos preocupamos por su sujeto real, es decir, la persona que sufre los efectos del hambre," dice el Papa. Vale decir, tras los números, debemos ver los rostros. No es limosna, es justicia.

"Nos hemos preocupado demasiado poco de los que pasan hambre. Duele constatar además que la lucha contra el hambre y la desnutrición se ve obstaculizada por la ‘prioridad del mercado’ y por la ‘preeminencia de la ganancia’, que han reducido los alimentos a una mercancía cualquiera, sujeta a especulación”, señaló el Santo Padre en la FAO. Se da la paradoja de una coexistencia entre la abundancia, una cultura del derroche de unos pocos, y la carencia mortífera de otros.

Junto con abordar el drama del hambre, se debe renovar el cuidado por la tierra y su sustentabilidad. “Pienso en nuestra hermana y madre tierra ¿Somos libres de presiones políticas y económicas para cuidarla, para evitar que se autodestruya?”. Francisco nos recuerda que no hay planeta de repuesto. Nos hemos sobregirado en el uso de los recursos naturales, gastando lo que corresponde a las próximas generaciones. "Dios siempre perdona; los hombres, a veces; la tierra no perdona nunca’”, recordó el Papa. “Cuidar la hermana tierra, la madre tierra” no es un capricho adolescente: es asunto de sobrevivencia.

P.Hugo Tagle

twitter: @hugotagle 

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