Los debates electorales en televisión constituyen el acontecimiento mediático más importante de una campaña electoral. La prueba más evidente del interés que despiertan estos eventos políticos son los altos índices de audiencia que consiguen. El primer debate de la historia de la televisión, celebrado en 1960 entre Richard Nixon y John F. Kennedy, tuvo 100 millones de telespectadores. En España los dos debates de 1993 que enfrentaron a José María Aznar y Felipe González en Tele5 y Antena3 consiguieron respectivamente 9 y 7 millones. Estas audiencias fueron superadas por los cara a cara de 2008 entre Mariano Rajoy y José Luis Rodríguez Zapatero, que consiguieron 13 millones de espectadores en el primer debate -el programa más visto en la historia de la televisión en España - y 12 millones en el segundo. La última cita de dos candidatos para debatir ante las cámaras de una televisión se produjo el 7 de noviembre de 2011 con motivo de las elecciones generales. En esa ocasión Alfredo Pérez Rubalcaba y Mariano Rajoy mantuvieron un único debate que realizó la Academia de Televisión, al negarse el PP a celebrarlo en Televisión Española. La audiencia de este cara a cara fue menor, 12 millones de espectadores, pero se convirtió en el evento polítoco más importantes de la campaña del 20N. En cuanto a la influencia que tienen los debates en el electorado, aunque las numerosas investigaciones realizadas no aportan conclusiones definitivas, sí parece evidente que influyen en los indecisos atrayéndoles hacia el candidato más carismático. Pero sin duda el aspecto más importante de estos enfrentamientos de los candidatos ante las cámaras, es el alto riesgo que corren, porque una buena preparación ayuda pero un gesto, una mirada equivocada o el simple nerviosismo, son suficientes para perder un debate.