. De esto han transcurrido 10 años, pero se mantiene viva la fuerza
de colaboración que allí se incubó y que afortunadamente se ha replicado en
grupos más jóvenes que mantienen como común denominador la pertenencia vivencial
y el amor por Valparaíso.
Retomando ese diálogo ciudadano a través de las redes
sociales, con la experiencia de haber vivido los terremotos de 1971, 1985 y
2010, han surgido miradas de futuro cuando se está incluso en medio del
shock. Por eso, cuando se colocó el tema
#PensandoEnReconstrucción se activó
una gran lluvia de ideas que ahora intentamos resumir en esta crónica, para
dejar abierto el debate ciudadano.
La solidaridad explotó en Valparaíso en medio del desastre.
Miles de voluntarios treparon por los cerros para colaborar en la remoción de
escombros. El fenómeno de las redes sociales permitió comunicar y levantar
ideas para la reconstruir los cerros, con respeto a su historia, empoderando a
los vecinos para que puedan levantar de nuevo sus casas. Ese nuevo ánimo de
cooperación debe ser el cimiento de la reconstrucción asociativa.
Una visión errónea de la realidad de Valparaíso se reflejó en
la odiosa comparación que hizo algún notero ignorante al señalar que los cerros
del puerto serían favelas. Porque cada barrio tiene su noble historia, son
familias centenarias que hicieron los barrios. Lo que se remonta a 1906 cuando
se reconstruye la ciudad y se generan los grandes muros de contención, los
embalses, la red de cauces y las quebradas limpias que perduraron hasta los
años cincuenta. Las familias de estos barrios porteños pagan impuesto
territorial, son la clase media histórica de Valparaíso y, en general,
mantienen una cohesión vecinal que ahora ha servido de base para un ánimo
positivo frente a la gran tragedia vivida.
Los criterios que se marcaron como básicos para una
reconstrucción profunda de Valparaíso es que el Estado asuma el rediseño de los
espacios públicos en los cerros devastados, respetando la disposición
geográfica de las distintas propiedades existentes, pero dotando a los barrios
de conectividad segura, con caminos de doble vía y diseños que permitan el
tránsito de carros bombas o camiones. Además, se hará necesario construir
muchos muros de contención que aseguren el terreno, dejar áreas verdes y
asegurar que las quebradas y los embalses que decantan el flujo de aguas
lluvias hacia los cauces del plan. Mantener despejadas las quebradas exigirá
que se erradique las tomas ilegales y se despeje esos espacios logrando que la
junta vecinal colabore en su mantenimiento y limpieza, con un cambio de actitud
que signifique no esperar todo del municipio sino cultivar la autoayuda y la
colaboración vecinal.
Para las familias que haya que sacar de las quebradas, será
necesario definir alternativas de reubicación en zonas seguras.
Los requerimientos de urbanización exigirán que la sanitaria
ESVAL deba asegurar presión suficiente y considerar la instalación de estanques
de Agua que aseguren el suministro, lo que fue un factor crítico del desastre vivido
en las zonas altas del puerto.
Medidas para respaldar
la reconstrucción:
La estimación de 10 mil damnificados y de 800 hectáreas
afectadas nos habla de un 30% de la superficie siniestrada. La ciudad ha
recibido un golpe bajo y un Estado subsidiario no sirve para empujar la
reconstrucción. Por ello, basados en el Estado de Catástrofe es necesario
generar medidas profundas para apalancar la reconstrucción. Las ideas barajadas
son las siguientes:
·
Tal
cual el gobierno militar en 1983 generó la compra por parte del Banco Central
de toda la cartera vencida a la banca privada en quiebra, lo que se conoció
como “deuda subordinada”, hoy se propone que el Estado, usando el mismo
mecanismo otorgue un crédito de refinanciación para las familias damnificadas
que signifique la compra de todas sus sus deudas financieras y que les deje una
liquidez suficiente para encarar la reconstrucción de sus barrios. Que las
personas tengan unos 3 años de gracia y que a partir de allí comiencen a pagar,
con una tasa nominal, un crédito blando de largo plazo que podría canalizarse a
través del Banco del Estado, con una nueva impronta de fomento a la
reconstrucción.. Si este mecanismo financiero se aplica, los propietarios
podrán mantener y recuperar sus viviendas. Icluso puede servir para la zona de
catástrofe del norte de Chile.
·
Organizar
a los barrios destruidos en cooperativas habitacionales de autogestión
asistida, donde el Estado de cobertura en urbanismo, pero asegurando que los
vecinos mantengan la propiedad y puedan emprender la autoconstrucción. Que los
subsidios lleguen a los propietarios y sus cooperativas y no a las
constructoras como ocurre hasta la fecha.
·
En
la reconstrucción imprimir una mirada ambientalista que asegure que las
propiedades tengan acceso a tecnologías limpias de construcción y
autoabastecimiento energético, con una impronta que les dé a los barrios
sustentabilidad.
·
Que
también se potencie la reconstrucción con la incorporación de los adultos
mayores, que llevan la memoria viva de los barrios y que es preciso compartir en las nuevas
generaciones. En este sentido, que la reconstrucción integre a los vecinos
mayores que fueron pioneros y que pueden imprimir identidad a cada barrio.
En este debate incipiente, pensando
la ciudad a partir de la experiencia de convergencia del Foro Valparaíso
Posible, la invitación en las redes sociales ha sido abrir el debate, exigiendo
a la autoridad una mente abierta a la innovación, sumando alianzas para que
estas demandas puedan plasmarse y ser hechas suyas por la clase política,
entendiendo que la reconstrucción ocupará a varios gobiernos y es preciso
consensuar la estrategia de una ciudad que se reconstruya a escala humana.
Hernán Narbona Véliz, 14.04.2014