El
día de mañana 5 de febrero celebraremos un año más de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos, documento que marcó el inicio
de una época de paz social, crecimiento y desarrollo, sobre todo a
partir del gobierno del General Lázaro Cárdenas del Rio. La Carta Magna
en tres años más, en el 2017 cumplirá 100 años de su promulgación.
Traigo
a colación esta reflexión, porque algunos, afirman que con las reformas
del 2013, nuestra Constitución "quedó desfigurada", sobre todo por la
Reforma Energética.
Al
respecto, reconociendo que no soy experto en el tema, sólo por sentido
común y con la experiencia de algunos años en la política y la
administración pública, puedo señalar de entrada, que es cuestión de
enfoques, pues toda constitución aquí y en China debe ser susceptible de
cambios y transformaciones para adecuarse al cambio de los tiempos.
Vale
citar como ejemplo, que el sistema parlamentario de Inglaterra, muy
antiguo por cierto, es fuerte y vigente porque ha evolucionado
permanentemente; en cambio el sistema presidencial de los Estados
Unidos, no ha aprendido a resolver el dilema de mayorías discordantes
entre el gobierno y su congreso.
Nuestra
Carta Magna fue una constitución progresista surgida del proceso
revolucionario de 1910 de la que derivó la renovación del poder
político, se transformaron las relaciones sociales, e inserto en la
sociedad la idea de institucionalidad, entendida como el respeto a
nuestras normas y leyes para la convivencia pacífica.
Durante
el siglo pasado, las reformas y transformaciones que se hicieron a la
Constitución, aunque como en toda reforma siempre hubo discrepancias y
coincidencias, propiciaron la estabilidad, el orden hegemónico y la
consolidación del poder presidencial.
Ya
desde fines del siglo pasado, hubo muchas voces que planteaban un
congreso constituyente para hacer una nueva Constitución, acorde a las
necesidades de un país que pasó de 20 a uno que rebasaba los 80 millones
de habitantes, en un contexto de apertura e intercambio con el resto de
países del mundo.
Hoy
en día, en pleno siglo XXI, con 117 millones de habitantes, la vida
institucional, se encontraba en una fase de decadencia, como ya se ha
afirmado, los poderes fácticos se habían apropiado del poder y las
decisiones que correspondían a la institución presidencial.
Situación
que exigía medidas y reformas constitucionales que permitieran darles
una nueva y vigente constitucionalidad, entre otros, a la educación, los
energéticos, las telecomunicaciones, la relaciones laborales y
evidentemente a la captación de impuestos y a su justa y más equitativa
distribución.
Se
necesitaba una Constitución actualizada en su norma y reglamentos, para
estar acorde a las necesidades actuales y fue precisamente eso lo que
hizo el poder Legislativo, otorgarle al Ejecutivo los instrumentos
legales para darle resultados a un país enormemente desigual,
precisamente por esa falta de actualización de sus leyes.
Prueba
de lo anteriormente afirmado es que había unanimidad en la necesidad de
las reformas, en lo que no había acuerdo era en el que y el cómo, fue
ahí precisamente en donde como debe suceder en un país de leyes, se
impuso la mayoría de legisladores.
Comenzamos
este año con reformas comprometidas con la justicia social, y el
crecimiento económico, sus resultados los vamos a ver en los meses y
años por venir, y respetando legítimas diferencias y coincidencias, lo
que nos queda es como dicen en el Póker "pago por ver".
Hoy
contamos con un nuevo y muy distinto andamiaje jurídico, nuevas reglas,
nuevas condiciones que impulsen los cambios estructurales, todo bajo
la promesa del anhelado crecimiento económico, eso es lo que marcará
nuestra Constitución a la que debemos honrar y respetar en un México que
ha decidido vivir bajo el imperio de la ley.
Les habló desde la ciudad de México, su
servidor y amigo Pedro de Leon. Muchas gracias y nos escuchamos el
próximo lunes en punto de las 8 de la mañana, aquí, en 96.5 FM del grupo
estereofónico ZER, y los invito a conocer mi página web
www.pedrodeleon.mx donde también les comparto mi editorial.