La adicción a las series de television y los
videojuegos, el tiempo invertido en redes sociales o las jornadas
laborales extenuantes, cualquiera diría que engullirían la afición a los
libros. Sin embargo, el buen estado de los clubes de lectura niega esta
tónica. La programación de circuitos independientes, universidad y
bibliotecas incita: la historia puede saltar de su mesilla de noche a un
coloquio.
Un club de lectura lo forman un grupo de personas que leen al mismo
tiempo una obra concreta y celebran reuniones para comentarlo. Esta
podría resultar una definición al uso. Pero, como se trata de un espacio
de convivencia donde los libros son el elemento de unión, nada mejor
para conocerlos que tirarnos a la piscina y ver desde dentro cómo se
estructuran. Cualquier obra literaria, al pasar por la imaginación de un
lector, se convierte en una experiencia única. ¿Qué ocurre cuando la
historia se comparte con los demás?
El Libro Durmiente, club insignia en Alicante
Asentado
en la sede del Centro Imaginalia, el pasado mes de junio este club de
lectura alicantino celebró su décimo aniversario. En 2003, apenas eran
un grupo de amigos que se reunía periódicamente para hablar de libros.
Así de simple. Con el tiempo, fue creciendo.
Al echar la mirada
atrás, sus componentes sonríen al sumar setenta y seis actividades
programadas. No es para menos. Autores que disfrutan de un merecido
reconocimiento como Espido Freire, Jorge Eduardo Benavides o Fernando
Schwartz han protagonizado algunos de sus encuentros literarios más
sonados.
Nos lo cuenta Juan Adrada, director de Imaginalia, quien
cree que el mérito ha residido en mantener la continuidad a pesar de los
inconvenientes. Aunque algunas citas contaron con escasa presencia de
público, nunca suspendieron un encuentro. Por fortuna, la realidad ahora
es bien distinta. Llenan. Y lo hemos comprobado de primera mano. Nos
infiltramos en la presentación del libro La cripta de las estrellas, una de las actividades que abría la lata de octubre.
Viernes.
Pasan unos minutos de las ocho de la tarde, cuando Marcos Rodes,
coordinador del club, y Chus Sánchez, autora de la novela, se enzarzan
en una animada charla sobre el proceso creativo de escritura, la
documentación necesaria para construir una historia que transcurre
durante la campaña napoleónica o la atracción por los enigmas
arqueológicos y los misterios de Egipto.
Favorecer el encuentro
entre el autor y sus lectores es el alma máter de El Libro Durmiente. Se
nota la satisfacción en la cara de Marcos y Juan cuando se abre el
diálogo y es la misma autora la que anima al público: «acribilladme a
preguntas». Dicho y hecho. Se sucede una avalancha de apreciaciones,
opiniones, ideas o dudas, que completan la experiencia lectora, gracias a
este estirón al hilo de la historia.
Es innato. Nuestra curiosidad difícilmente estará saciada.
Visto
el éxito, la rueda no va a parar de girar. Además de las clases
quincenales del Taller de Escritura Creativa, dirigido por Ramón
Sanchís, apunta las siguientes fechas: el 23 de noviembre contarán con
la presencia de León Arsenal, reciente Premio Algaba de Biografía,
Autobiografía y Memorias. Y, para el 12 de diciembre, han programado un
encuentro literario sobre la novela del verano, La verdad sobre el caso Harry Quebert, de Joël Dicker. Si no lo has hecho, abre ya la primera página.
Además,
durante el primer semestre de 2014, tienen confirmada la presencia de
Juan Carlos Chirinos, Vanessa Montfort, Juan Carlos Méndez, Eva García
Sáenz y Ernesto Pérez Zúñiga, entre otros. «Las personas que componemos
El Libro Durmiente usamos a diario Internet, vemos la televisión, vamos
al cine, al teatro? y leemos. Somos gente normal que aprovecha lo que
hay de bueno en cada medio. La clave está en proponer contenidos de
calidad que ayuden a desarrollar un juicio crítico para diferenciar los
programas de calidad de los que adormecen el intelecto», asevera Juan
Adrada. Cuando le preguntas si la lectura corre peligro, no tiene dudas.
Asegura que en el futuro seguiremos leyendo porque es un divino placer.
La UA, literatura y cine se dan la mano
Si
hasta este año académico, los clubes de lectura coordinados desde la
Universidad de Alicante se ubicaban en el Campus de San Vicente y en la
Sede, para este curso la idea es ampliar el ámbito geográfico, de modo
que se están ofertando clubes en distintas sedes de la Universidad.
También se están desarrollando clubes centrados en temáticas o autores,
como el de Mario Benedetti, en colaboración con el Centro de Estudios
Mario Benedetti, que se ofertará en el campus en el segundo
cuatrimestre.
Sergio Galindo, coordinador de los clubes de
lectura universitarios, señala que el público que se da cita en el
campus es muy variopinto. Desde estudiantes de primeros cursos o alumnos
de posgrado a trabajadores de cualquier edad y condición o jubilados.
La afición a la lectura no requiere de grandes requisitos, sólo ganas de
compartir la experiencia lectora, intercambiar ideas y opiniones.
Desde
su punto de vista, «la lectura y la literatura se adaptan a sus
tiempos, como ya lo hicieran con la irrupción del cine». En este
sentido, pone de relieve que una de las características de los clubes de
lectura de la Universidad que dirige es que se comentan tanto textos
como sus adaptaciones cinematográficas.
El ciclo en la Sede comenzó
el pasado 16 de octubre y se celebrará los miércoles por la tarde. Para
el despegue, nada más y nada menos que Antonio Skármeta y Julio Cortázar
como autores protagonistas.
Más adelante, se comentarán El niño con el pijama de rayas o La princesa prometida. Un día, para comentar la lectura propuesta; el siguiente, para la proyección de la película.
Mientras, el Club del Campus se centrará en la narrativa de ciencia-ficción y tendrá lugar las tardes de los lunes. La máquina del Tiempo, de H.G. Wells, o El informe de la minoría, de Philip K. Dick, serán algunas de las obras protagonistas de los debates literarios.
La Biblioteca Pública Azorín de Alicante abre nueva página
Nos
acercamos también a la Biblioteca del Paseíto Ramiro. Su directora,
Adelina Rodríguez, nos anuncia que el Club de Lectura de la Biblioteca
Azorín inicia ahora su andadura por la propia demanda de los lectores.
De hecho, cuando entramos a su despacho, observamos apiladas en una
carpeta las fichas de los miembros que pasarán a formar parte del grupo
de personas que leerán simultáneamente un libro y se reunirán para
comentarlo. A primera vista, veo un buen montón.
Asimismo, nos
comenta que continuarán con la animación a la lectura para el público
infantil y juvenil o con las sesiones programadas de cuentacuentos que
se desarrollan los viernes. Coincide con Sergio Galindo, de la
Universidad, y con Juan Adrada, del Centro Imaginalia, en que la lectura
no peligra. «La realidad nos dice que el público sigue leyendo y,
mayoritariamente, en papel. De hecho, las estadísticas de préstamos de
libros así lo confirman ya que siguen aumentando cada año», apostilla.
Para acabar el reportaje, unas palabras extraídas de Fahrenheit 451,
de Ray Bradbury, una de esas obras que te hacen amar más la literatura y
que regalan imágenes tan poderosas como esta: «Tiene que haber algo en
los libros, cosas que no podemos imaginar, para hacer que una mujer
permanezca en una casa que arde. Ahí tiene que haber algo. Uno no se
sacrifica por nada».