Sube la adrenalina y comienza la franja televisiva. Nueve
son los candidatos. Una encuesta a través de Internet midiendo la percepción
acerca de quienes creen que serían los candidatos que pasarán a segunda vuelta,
marca que un 68,75% cree que serán Bachelet y Parisi los que disputarán ese
ballotage criollo.
Los remezones se han ido incrementando, golpes bajos y nada
de fair play. Es como el destape de un dique que forma una gigantesca avalancha
de palabras sentidas, de un lenguaje gestual que va delatando el stress que
provoca la campaña. Las redes sociales estallan en mensajes que por su cantidad
es imposible digerir. Estamos cerrando de una buena vez la transición
interminable a la democracia efectiva. Si hay un común denominador es que
la Constitución deberá corregirse en aspectos
sustantivos, dándole al Estado un rol responsable y conductor del desarrollo,
con una fiscalización más eficiente, con una mayor regionalización que fortalezca
la gestión de las provincias y comunas, con real transparencia, manejando sus
proyectos, exigiendo
que las firmas tributen en las regiones donde producen, exigiendo rendiciones
de cuentas, en especial en materia de financiamiento de los partidos políticos.
En materia del sistema binominal, los partidos han apurado la discusión de una
salida legal que atenúe el tema, pero el proyecto en el fondo que han barajado
trata de mantener equilibrios entre las dos coaliciones tradicionales, lo cual
podría variar sensiblemente con el resultado de las próximas elecciones si se
da la sorpresa que ambos bloques temen.
La juventud está entusiasmada y la tercera edad también.
Cruzando generaciones de manera transversal, el enfrentamiento de ideas, así
sea en píldoras escuetas, en 140 caracteres, es algo que ha involucrado a abuelos
y nietos. Está entretenida la campaña, tanto que incluso la frivolidad se
aferra al quehacer político para lograr rating. El periodismo tradicional
apuesta al conflicto, al que le dijo, pero la gente está exigiendo más, está
auscultando con ojo clínico a cada candidato/a, para evaluar su actitud, para
esa sensación personal que es la percepción de honestidad o falsedad que
proyecta una persona. Por mucho que los asesores pauteen a la prensa para
evitar preguntas incómodas a la candidata de la Nueva Mayoría y así se ausente
de debates trascendentes como el de la ANP, las redes sociales son implacables
para funar a quien se esconde y premian a quienes argumentan, dan la cara, son
vehementes, se ofuscan, se salen del molde, son gente común y corriente y no
candidatos burbuja.
Esta crónica se redacta en vísperas de la franja televisiva.
Allí será la hora de la verdad. Porque nadie podrá bloquear o limitar a
cualquier candidato. Y la gente sabrá apreciar la sinceridad del mensaje, su
creatividad, su coherencia, distinguiendo la verdad de la mentira, siguiendo el
adagio bíblico que marca “Por sus obras los conoceréis”.