. Los que resaltan sus aparentes
debilidades lo hacen desde el púlpito y desde la posición de quien aprovecha
sus bondades. Me gustaría verlos al lado de los desplazados de sus bondades,
que aún son mayoría ¡Qué maravilla un mundo cada vez más interconectado, donde
lo que sucede a un lado del globo es seguido, acompañado desde la otra vereda!
Es lo que sucede en el ámbito de la paz y las guerras, en que, lo que sucede en
una región para nosotros tan lejana como Siria, lo sentimos cerca; lo padecemos
como propio y nos debería desvelar de la misma manera.
Visité
un colegio en que estaban haciendo una campaña de ayuda para los niños sirios
que han sufrido los efectos devastadores de la guerra y, más concretamente, los
efectos de las armas químicas, tan mortíferas como cobardes. Los alumnos de
este colegio sentían que “debían hacer algo” por esos niños a los cuales nunca
verán. Una solidaridad que cruza fronteras, mares, religiones y costumbres. Un pequeño
gesto que, sumado a otros, hace de este mundo un lugar más digno para vivir y
nos enorgullece de nuestra calidad de seres humanos.
“El
secreto de la vida cristiana es el amor. Sólo el amor llena los vacíos, las
profundidades negativas que el mal crea en los corazones” dijo el Papa
Francisco la semana pasada. Y esto no vale solo para los cristianos, sino para
todos los hombres de buena voluntad. “La misericordia es lo único que puede
salvar al hombre y al mundo del pecado y del mal” resaltó. Solo desde la
donación de sí, la entrega a otros, es posible experimentarse realmente como
persona. Quien no sirve para amar, no sirve para nada.
Sin
un cultivo de una solidaridad y un fomento de la paz más consciente, caminamos
peligrosamente al desastre.
El
Papa Francisco llamó a una vigilia de oración y ayuno hace unas semanas atrás
por la paz en Siria. El mundo católico siguió su petición y todo dice que esas
oraciones fueron escuchadas: No hubo ataques externos a Siria y se inició el
desmantelamiento de las bases de armas químicas. Y ese proceso se corona con la
entrega del premio nobel de la Paz a la OPCW, organización que vela porque esto
se realice.
Ya
nadie recuerda esa invitación papal a rezar por la paz. Pero surtió efecto, qué
duda cabe. La paz es una virtud que se construye día a día, paso a paso, con
esfuerzo, constancia y tesón. Nadie dijo que es fácil la convivencia humana. Y
los esfuerzos se deben redoblar año a año, en un mundo de creciente
interconexión, si queremos que este pequeño mundo siga vivo por muchos siglos
más.