Me tocó presidir la misa de funeral de Ismael Sánchez, el joven que se accidentó hace una par de semanas en la nieve. Fui testigo de las horas de incertidumbre y dolor de sus familiares, sobre todo de su esposa – próximos a casarse por la iglesia – y de sus padres. Luego, el dolor indescriptible ante la confirmación de su muerte.