. Todo
transcurría de manera normal, como otros años. He salido con mis amigos, he ido
a la playa, de compras, etc.…Sólo una cosa ha cambiado del verano pasado a este
en mi grupo de amigos: Internet en el
móvil. La verdad que es un invento fantástico para estar informado a todas
horas, hablar con otras personas, leer tu correo a cualquier hora y lugar, incluso estando tumbado en la arena. Es muy
útil y práctico cuando estás solo, no tienes con quién hablar, estás esperando
al resto del grupo o te urge mirar algo importante en un momento concreto. El
problema surge cuando estás tomando una cerveza con tus amigos y miras
alrededor y todos están con el teléfono en mano comentando con otras personas
lo que están haciendo en ese momento. Te das cuenta de que no sólo tus amigos,
sino gran parte de la gente que te rodea. En ese momento pensé: no está mal
porque sigue siendo una forma de socialización lo de chatear por el móvil,
hasta que me di cuenta que la conversación en torno a la mesa había disminuido y
tenía que darle codazos a mis amigos para que, por favor, dejasen el teléfono y
atendiesen lo que estaba contando. En ese momento todos reconocieron que tenía
razón, que no estaba bien estar todo el día conectados a internet y menos
cuando estábamos juntos. ¿Qué paso? A los
diez minutos aproximadamente sonaron varios de los móviles y en seguida
los sacaron de nuevo para reiniciar conversaciones que habían concluido, o eso
es lo que yo pensaba.
Entiendo que las personas somos seres sociales y
que la socialización es fundamental para nuestro desarrollo y bienestar, pero… ¿Hasta
qué punto? ¿Hasta dónde vamos a llegar? Al final lo que ocurre es que nos
perdemos lo más importante que está sucediendo a nuestro alrededor por falta de atención.
Intentamos estar con todos a la vez, pero no conseguimos estar con ninguno al
cien por cien.
En un artículo de Sonia Sescovich Rojas en el que
habla del proceso de socialización y que seguramente encontréis fácilmente en
la red, comenta que el proceso de socialización se desarrolla desde la
participación activa de las personas en una red de relaciones sociales.
Una red es un término muy amplio en el que se
pueden englobar cientos de personas que van a influir unas en otras para
alcanzar la socialización plena, de acuerdo con sus intereses comunes. Estas
personas estarán unidas mediante diferentes
agentes de socialización, de los cuales quería destacar los medios de
comunicación y los grupos de iguales, entre otros muchos existentes. Pero
¿Quién ejerce mayor influencia en este proceso? Según mi experiencia este fin
de semana, las nuevas tecnologías de bolsillo le van ganando terreno al grupo
de iguales, hasta el punto de que nos es más fácil no estar físicamente con los amigos estando
con ellos (a través del móvil) pero nos cuesta más estar al lado y no sacar el
teléfono olvidándonos, por breves espacios de tiempo, de que estamos
acompañados.
No estoy en contra de la utilización de esas tecnologías,
de hecho, defiendo plenamente su utilización en muchos ámbitos de la vida,
empezando por la educación, pero hay que educar también en su adecuado uso porque
sin querer estamos dejando de lado el contacto “real” con las personas, dando
pie a diálogos silenciosos, incluso cuando estamos frente a frente con otra
persona.